(Una colección de seres extraordinarios pero encantadores)
"El Vafoso"
Oriundo del África occidental, el Vafoso era una especie carnívora de simio, con una boca desproporcionadamente grande, capaz de emanar un aliento deletéreo, que adormecía a sus víctimas para luego devorarlas con tranquilidad. Según cuentan las crónicas de la época, la vida de aquel ser monstruoso habría sido extremadamente breve. Su mortal arma de ataque se habría vuelto inútil desde la invención del chicle.
"La Desafinada"
Con cuerpo de sirena, pero cuerdas vocales de hombre, la Desafinada moraba las costas del Peloponeso en la Edad Antigua. Con su voz de tenor desafinado, buscaba atraer a los marinos hasta sus aposentos, para poseerlos por toda la eternidad. Sin embargo, su inocultable nuez de Adán, sus senos deformes y su cola de ballena, la hacían poco atractiva para los piratas, que preferían la abstinencia a semejante experiencia. Dicen, entonces, que la Desafinada alcanzó la vejez sin conocer hombre alguno, o que habría muerto muy joven, a causa de la tristeza.
"El Hombre Toro"
Descendiente lejano del famoso Minotauro, el misterioso Hombre toro vivió en Europa oriental durante el siglo XVIII. Fue perseguido durante un lustro por los pastores rurales, acusado de abusar de sus vacadas. Finalmente, fue atrapado y condenado a muerte, sin necesidad de enjuiciamiento. Una teoría, aún no demostrada científicamente, asegura que el origen del mal de la Vaca Loca habría sido el impacto sufrido por el ganado, al ver el cuerpo decapitado de la bestia, colgado en cruz junto a las brasas.
"El Rinoganso"
Con cuerpo de rinoceronte y patas de ganso, el abominable Rinoganso tuvo una corta existencia en las llanuras que rodean el Río Congo. La pesadez de sus cuernos relajados sobre el morro no le impedía evacuar unos extraños graznidos que precedían la hora del baño. Tuvo una muerte estúpida, propia de un ganso. El sacudimiento ágil de sus extremidades cortas no fue suficiente para mantenerlo a flote sobre el río que traga a los demás ríos, y a todos aquellos que intentan cruzarlo.
"El Quelonius Lepus"
De origen posterior al Diluvio (durante el cual se produjeron inexplicables cruces), el Quelonius Lepus fue el único ser vivo de la familia de los sauromamíferos, caracterizado por tener cuerpo de liebre y caparazón de tortuga. A pesar de la agilidad que le daban sus patas cortas y peludas, se caracterizaba por ser un animal de movimientos vagos y limitados. Cuando iniciaba una caminata hacia cualquier destino, su rostro mostraba el entusiasmo propio de un velocista, pero el cuerpo se movía al ritmo de un perezoso. Semejante contradicción lo convertía en un bruto carente de personalidad, y también de amigos.
Este "Pequeño bestiario sin ilustraciones" de mi autoría fue publicado previamente (y de manera inédita) en la Nave de los Locos de Fernando Valls, el 20 de marzo de 2010, antes de su publicación (con su consentimiento) en el Living sin Tiempo. ¡Gracias Fernando!