Desde el principio de los tiempos, fue tildada de peligrosa. El hombre que se animó a acariciarla por primera vez recibió un duro castigo, aunque fue innegable que ella lo había seducido. Años más tarde, no tuvo reparos en golpear duramente la cabeza pensativa de un científico inglés, amparada por una ley hasta allí desconocida. En un juicio injusto, la culparon de envenenamiento de una princesita blanca y de generar discordia entre las hermosas diosas griegas. Fue condenada a morir de un flechazo y ejecutada en un cantón suizo por un hábil ballestero. En el pueblo se organizó un brindis para festejar la ejecución. Su cuerpo frío fue servido en una jarra dorada, con sabor a sidra.
martes, 22 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
Un sueño estéreo
Al músico Gustavo Cerati
En el séptimo día de una semana de primavera de 1990, apenas cae el sol en la ciudad de la furia, ella prepara un pic-nic en el 4ºB. “Habrá té para tres, y un menú dietético con afrodisíacos”, le dijo al único invitado para convencerlo. En la secuencia inicial, apenas se escuchen los ecos de sus pasos, ella iniciará el juego de seducción poniendo a sonar una canción animal de un disco eterno. Al compás de música ligera, bailarán una danza rota al ritmo de sus ojos, imaginando un asombroso mundo de quimeras. Sin poder ocultar los signos de su corazón delator, ella decidirá entregarse a su terapia de amor intensiva. “Trátame suavemente”, suplicará entre besos. Y él sentirá que le sobran vitaminas, inspirado en las imágenes retro de una reciente sobredosis de T.V. Sin demorar ni un segundo, cerrarán la persiana americana, para hacer el amor sin sobresaltos, en un ambiente de confort y música para volar. Pasarán juntos la noche larga, paseando por Roma como dos prófugos enloquecidos que sólo quieren ser del jet-set. Pero cuando aparezca la luna roja por encima de la cúpula, el hombre cumplirá con el rito y se irá volando en remolinos, como si fuera un ángel eléctrico que sale a dar una vuelta por el universo. “No es por nada personal”, se justificará antes de partir, y jurará regresar cuando pase el temblor. Ella permanecerá en la zona de promesas, sobreviviendo entre caníbales hambrientos, que sólo podrán ofrecerle una triste doble vida. Aunque se encuentre a un millón de años luz, lo esperará en el borde de la locura, con la absoluta convicción de que, algún día, lo verá volver.
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viernes, 11 de febrero de 2011
Los niños
El primer día les regalé una pelota, pero pronto me dí cuenta que preferían otros juegos. Después, probé con muñecas, un rompecabezas, un yo-yo. Pero no hubo caso, nada de eso los divertía. Desde que llegaron a mi casa, pasan el día entero en el patio, mirando al cielo. El mayor del grupo asegura que la nave volverá por ellos en cualquier momento.
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martes, 8 de febrero de 2011
Cortázar y yo
Me contaron que en la London, junto al ventanal sobre Avenida de Mayo, estaba expuesta la mesa de bar en la que Cortázar solía sentarse a escribir. Pensé que si tomaba la merienda en aquel lugar tal vez podría nutrirme de su brillante inspiración. Tras sobornar a uno de los mozos, pude sentarme en la silla destacada y ordenar lo mismo que pedía habitualmente el escritor. Entre sorbos de café, empecé a escribir algunas líneas en un pequeño anotador. En ese instante mágico, como si mis garabatos lo hubieran invocado, Julio apareció sentado frente a mí.
–¿Qué pretendes escribir? –me preguntó el escritor.
–Un microrrelato –le respondí.
–Esta mesa sólo inspira novelas –confesó–. Será mejor que vayas a otro lugar.
Antes de desaparecer, anotó una dirección extraña en mi cuaderno. Sin perder tiempo, tomé mis cosas y me dirigí entusiasmado hasta aquel sitio desconocido. Allí me topé con un largo pasillo, que desembocaba en un raro portón de color verde.
–Te estábamos esperando –me dijo el cronopio que me abrió la puerta, mientras yo me acomodaba en una mesa para escribir esta historia.
Algunos días después, volví a pasar por la London. Me sorprendió ver que la mesa de Cortázar ya no estaba ahí.
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viernes, 4 de febrero de 2011
Problema de convivencia
Mi corazón latía tan fuerte cuando estábamos juntos, que ella se quejaba de no poder dormir.
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Hiperbreves
miércoles, 2 de febrero de 2011
Refutación salmónida
A Raúl Brasca
He leído una teoría que, fundada en el saber popular de que todos los salmones concurren a desovar a su lugar de nacimiento, intuye la existencia de un único lugar en el Mundo donde Dios habría depositado el huevo del primer salmón. Debo confesar que dicha afirmación no logra convencerme, ya que presupone la existencia del huevo antes que la del pez. Me gusta pensar, en cambio, que existió un primer salmón, de cuya espina salió la primera salmona, responsable de elegir ese lugar alejado, bajo las aguas de un río que nadie conoce, adonde fue a desovar el primer huevo de salmón. Hasta allí nadan sus hijas, y también sus nietas y bisnietas, para cumplir con el mandato ancestral en cada época de desove.
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