viernes, 15 de enero de 2010

Estilo original

Un enorme huevo de pez fue arrastrado por la brava marea hasta una playa solitaria. Al sentir el calor del sol veraniego acariciando el cascarón, el pez supo que era el momento de nacer. Asomó su cabeza tímidamente y observó a una cangreja alegre que lo miraba con los ojos desorbitados.
- ¿Mamá? – preguntó el pececito.
- ¡Comida! – pensó la cangreja.
Sin embargo, al ver la mirada tierna y transparente del recién nacido, el crustáceo logró vencer su instinto y adoptarlo como si fuera un hijo de su propio vientre. Lo condujo a los empujones hasta las aguas de la costa y le enseño su nuevo hogar. Allí, el pez se sintió espléndido, como debe sentirse un pez en el agua. Y fue así que, gracias a la influencia de su madre de leche, el pequeño pez aprendió a nadar con  un original movimiento hacia atrás, inventando un nuevo estilo que los demás peces adoran imitar.


La foto "Entre el bien y el mal" es propiedad de Christian Pereira y se publica con autorización del autor, únicamente para su exhibición en este blog.  

lunes, 11 de enero de 2010

Esperando al Teté

Hacía años que la tribu esperaba la llegada del Teté. Los ancianos afirmaban que su advenimiento cambiaría radicalmente el destino de su pueblo, pero el transcurso del tiempo y la desidia en preservar las tradiciones, les impedían recordar las razones por las cuales sostenían tal teoría. Según especulaban los más sabios, sin fundamentos, el Teté podía ser un cacique milagroso, un maldito dictador sanguinario o algún ser monstruoso que condenara a sus familias al exterminio, entre otras cosas aún peores.
Una tarde, a la hora de la siesta, un indio cruzó a la carrera las estrechas calles de tierra del campamento, agitando sus brazos cubiertos por un colorido traje artesanal hecho de cañas y plumas de águila.
– ¡Soy el Teté! ¡Soy el Teté! – gritaba exultante.
Al llegar a la cima del monte que los protegía, el indio gritón abrió sus brazos y levantó vuelo velozmente. Desfiló planeando sobre las tiendas de la aldea, mientras saludaba eufórico a sus coterráneos, que lo observaban aterrados desde la superficie. Fue allí cuando el patriarca de la tribu, encargado de asegurar la protección de su gente, tensó su arco en dirección al hombre pájaro y, confundiéndolo con un animal endemoniado, lo bajó de un flechazo certero, en medio del pecho.
Algunos días después del funeral, los restantes miembros de la tribu lograron olvidar el asombroso episodio. Jamás sospecharían que, con la muerte del inventor del primer traje volador de la Historia, habían perdido la oportunidad de desarrollar una novedosa e increíble forma de defensa, que les hubiera permitido ganar, de manera definitiva, la desigual batalla contra el hombre blanco. A pesar de todo, los sucesores de aquellos sobrevivientes aún esperan, con sus ilusiones intactas, la llegada revolucionaria del Teté.

jueves, 7 de enero de 2010

Adorable hábito

Todos los jueves, cuando cae la tarde, la muchacha cruza el bosque, portando una canastita. El final siempre es el mismo: el salvaje lobo la espera, para devorarla de un bocado, en la alejada casita. La madre intranquila se pregunta por qué su hija cumple con tanto rigor la llamativa rutina, si hace más de quince años que se murió la abuelita.

lunes, 4 de enero de 2010

Dulce cebiche

Tras el inesperado naufragio, me encontré rodeado por cientos de individuos que, clamando por auxilio con desesperación, flotaban indefensos sobre las crueles aguas del océano. Como estas ocasiones ameritan, cada uno de nosotros buscó, como pudo, su propia supervivencia.
Una joven rubia fue la primera en verme nadar ávidamente contra la corriente, antes de sentir la afilada caricia de mis dientes contra su jugoso cuerpo.