miércoles, 5 de mayo de 2010

El jefe ermitaño

En la oficina donde trabajo, teníamos un jefe demasiado retraído. Era un hombre callado, al que le gustaba aislarse en la pequeña oficina del rincón, con la puerta siempre cerrada. Llegaba antes que nadie a su despacho, y se retiraba en último turno. Nunca lo escuché decir palabra, ni siquiera un reproche o una felicitación, y le había ordenado a su asistente que filtrara todas las llamadas entrantes. Se fue enclaustrando con tanta displicencia en su reducido universo, poblado de carpetas desordenadas y libros gruesos, que llegamos a olvidar que estaba allí. Por fin, una tarde en que debimos desalojar el edificio por una alarma de incendio, pudimos ver al viejo solitario por única vez. Los bomberos acababan de encontrarlo, taciturno y maloliente, entre las espesas telarañas.

27 comentarios:

Anónimo dijo...

Encantador :D Pero es muy cierto ^^

Soledad Arrieta dijo...

Muy buena la imagen del final, luego de tan interesante descripción.
Cariños!

David Moreno dijo...

Buenísimo final! Parece que lo veo...

Un saludo indio

SIL dijo...

Muchos daríamos nuestro reino por un Jefe así...

Otra perlita, Martín...

Beso enorme.

SIL

Reina dijo...

Muy buen final...!!!
Y opino lo mismo que Sil... aunque no me puedo quejar de mi jefa... para nada... debo hacerle justicia...
Un beso

David Baizabal dijo...

BUENA imagen la del final, y la descripción igual. Bien.

Un abrazo.

Esteban Dublín dijo...

Muy bueno, Martín.

Un tipo dijo...

Por alguna razón se me figura romántico XD

Está bueno (:
Al fin de cuentas, solemos descubrir el valor las personas cuando ya es tarde.


Saludos !

Anadry dijo...

...me he imaginado todo como si lo hubiera visto en cine, Martín!!!
Excelente!!!
Beso gigante!!

Manu Espada dijo...

Pensaba que lo veían llegar cada día y se encerraba, pero luego parece que nunca lo habían visto, me lié un poco con eso, pero está muy bien el micro. Hay muchos jefes de ese tipo.

Alís dijo...

Algunos jefes se merecerían un final así... pero a ésos no les ocurre.
Buen relato, Martín. Me gustó.

Un beso

Netomancia dijo...

Una forma de existir tan macabra como su desenlace, gran relato Martín!

mara-mara dijo...

Un Jefe silencioso,
casi inexistente.
y ahora me pregunto...
¿cómo será su funeral?
al fin y al cabo no era un mal Jefe pero me lo imagino tan silencioso y solitario como su existencia.

Un beso.

Jesus Esnaola dijo...

Me quedé con ganas de un gesto o una palabra o un sonido que viniera del despacho, que me ayudara a entender al jefe. Un "preferiría no hacerlo".

Un abrazo Martín

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

me gustó más cómo está escrito que el propio argumento.

Muy bueno.

8

Elo dijo...

Para mi gusto, de los mejores que te he leído Martín!!
Un abrazo...

Unknown dijo...

Excelente retrato de jefe de oficina burocrática en cualquier país latinoamericano,de éstos donde reina la corrupción y al no exigir nadie resultados,éstos se tornan inexistentes.Dentro de un marco así,éste más bien que un relato,se llega a dar como anécdota.

Pedro Herrero dijo...

Tú no lo dices, pero seguramente el incendio se produjo porque alguien entró en su despacho a pedir un aumento de sueldo. Un abrazo, Martín.

Martín Gardella dijo...

Liz, que te pareció encantador? El cuento o los hábitos del jefe? Me dejaste con la duda! Saludos

Sol, la imagen del final creo que es lo mejor del relato. La pude ver en mi cabeza y es aterradora. Gracias por tu comentario. Un beso

No comments, misión cumplida entonces! Me alegra que te gustó. Saludos

Martín Gardella dijo...

Sil, por un jefe inexistente? jaja me alegro que te haya gustado. Un beso

Reina, yo creo que no hay nada peor que un jefe con estas características. No se los recomiendo! Gracias por tu comentario. Un beso

Baizabal, muchas gracias! Me alegra que te haya gustado. Saludos

Martín Gardella dijo...

Esteban, muchas gracias. Que bueno que te gustó. Un abrazo

Kappie, cada cual encuentra el romanticismo en donde le guste. Te aseguro que ese jefe se hará extrañar. Saludos

Anadry, que bueno! Me alegra que haya podido transmitirte esas imágenes. Muchas gracias por tu comentario. Un beso

Martín Gardella dijo...

Manuespada, creo que nunca lo habían visto. Nadie llegaba antes que él. Quizás el jefe nunca se movió de su lugar. Un abrazo

Alís, me alegra que te haya gustado. Pobre tu jefe! jaja Saludos

Netomancia, es cierto lo que decís. No se podrá decir que no murió de acuerdo a la manera en la que vivió. Un abrazo y gracias!

Martín Gardella dijo...

Mara-mara, yo me lo imagino igual. Quizás nadie reclame su cuerpo. Ese sí que sería un final triste. Un beso

Jesús C., Kafka si que era un maestro. Que te haya recordado a él si que es todo un elogio! Muchas gracias! Me alegra que te haya gustado. Un abrazo

Jesus E., quizás existió ese sonido. Pero nadie estaba allí para escucharlo. Un abrazo

Martín Gardella dijo...

Daniel, el argumento es simple. Pero creo que el ambiente se llega a transmitir. Gracias por la nota. Un abrazo

Quimera, muchas gracias! Me alegra muchísimo que te haya gustado. Un beso

Martín Gardella dijo...

Carlos, no es una anécdota porque es una historia ficticia, pero como bien decís, podría ser tranquilamente una historia real. Cualquier semajanza con la realidad es pura coincidencia. Un abrazo

Pedro, tu comentario le da un toque policial al relato. Buena teoría! Un abrazo

Rufino U. Sánchez dijo...

Me gusta como lo has narrado, parece una sucesión perfecta de fotogramas.

Martín Gardella dijo...

Rufino, me alegra que te haya gustado. Creo que el relato es muy visual. Un abrazo