En la oficina donde trabajo, teníamos un jefe demasiado retraído. Era un hombre callado, al que le gustaba aislarse en la pequeña oficina del rincón, con la puerta siempre cerrada. Llegaba antes que nadie a su despacho, y se retiraba en último turno. Nunca lo escuché decir palabra, ni siquiera un reproche o una felicitación, y le había ordenado a su asistente que filtrara todas las llamadas entrantes. Se fue enclaustrando con tanta displicencia en su reducido universo, poblado de carpetas desordenadas y libros gruesos, que llegamos a olvidar que estaba allí. Por fin, una tarde en que debimos desalojar el edificio por una alarma de incendio, pudimos ver al viejo solitario por única vez. Los bomberos acababan de encontrarlo, taciturno y maloliente, entre las espesas telarañas.
Encantador :D Pero es muy cierto ^^
ResponderEliminarMuy buena la imagen del final, luego de tan interesante descripción.
ResponderEliminarCariños!
Buenísimo final! Parece que lo veo...
ResponderEliminarUn saludo indio
Muchos daríamos nuestro reino por un Jefe así...
ResponderEliminarOtra perlita, Martín...
Beso enorme.
SIL
Muy buen final...!!!
ResponderEliminarY opino lo mismo que Sil... aunque no me puedo quejar de mi jefa... para nada... debo hacerle justicia...
Un beso
BUENA imagen la del final, y la descripción igual. Bien.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bueno, Martín.
ResponderEliminarPor alguna razón se me figura romántico XD
ResponderEliminarEstá bueno (:
Al fin de cuentas, solemos descubrir el valor las personas cuando ya es tarde.
Saludos !
...me he imaginado todo como si lo hubiera visto en cine, Martín!!!
ResponderEliminarExcelente!!!
Beso gigante!!
Pensaba que lo veían llegar cada día y se encerraba, pero luego parece que nunca lo habían visto, me lié un poco con eso, pero está muy bien el micro. Hay muchos jefes de ese tipo.
ResponderEliminarAlgunos jefes se merecerían un final así... pero a ésos no les ocurre.
ResponderEliminarBuen relato, Martín. Me gustó.
Un beso
Una forma de existir tan macabra como su desenlace, gran relato Martín!
ResponderEliminarUn Jefe silencioso,
ResponderEliminarcasi inexistente.
y ahora me pregunto...
¿cómo será su funeral?
al fin y al cabo no era un mal Jefe pero me lo imagino tan silencioso y solitario como su existencia.
Un beso.
Me quedé con ganas de un gesto o una palabra o un sonido que viniera del despacho, que me ayudara a entender al jefe. Un "preferiría no hacerlo".
ResponderEliminarUn abrazo Martín
me gustó más cómo está escrito que el propio argumento.
ResponderEliminarMuy bueno.
8
Para mi gusto, de los mejores que te he leído Martín!!
ResponderEliminarUn abrazo...
Excelente retrato de jefe de oficina burocrática en cualquier país latinoamericano,de éstos donde reina la corrupción y al no exigir nadie resultados,éstos se tornan inexistentes.Dentro de un marco así,éste más bien que un relato,se llega a dar como anécdota.
ResponderEliminarTú no lo dices, pero seguramente el incendio se produjo porque alguien entró en su despacho a pedir un aumento de sueldo. Un abrazo, Martín.
ResponderEliminarLiz, que te pareció encantador? El cuento o los hábitos del jefe? Me dejaste con la duda! Saludos
ResponderEliminarSol, la imagen del final creo que es lo mejor del relato. La pude ver en mi cabeza y es aterradora. Gracias por tu comentario. Un beso
No comments, misión cumplida entonces! Me alegra que te gustó. Saludos
Sil, por un jefe inexistente? jaja me alegro que te haya gustado. Un beso
ResponderEliminarReina, yo creo que no hay nada peor que un jefe con estas características. No se los recomiendo! Gracias por tu comentario. Un beso
Baizabal, muchas gracias! Me alegra que te haya gustado. Saludos
Esteban, muchas gracias. Que bueno que te gustó. Un abrazo
ResponderEliminarKappie, cada cual encuentra el romanticismo en donde le guste. Te aseguro que ese jefe se hará extrañar. Saludos
Anadry, que bueno! Me alegra que haya podido transmitirte esas imágenes. Muchas gracias por tu comentario. Un beso
Manuespada, creo que nunca lo habían visto. Nadie llegaba antes que él. Quizás el jefe nunca se movió de su lugar. Un abrazo
ResponderEliminarAlís, me alegra que te haya gustado. Pobre tu jefe! jaja Saludos
Netomancia, es cierto lo que decís. No se podrá decir que no murió de acuerdo a la manera en la que vivió. Un abrazo y gracias!
Mara-mara, yo me lo imagino igual. Quizás nadie reclame su cuerpo. Ese sí que sería un final triste. Un beso
ResponderEliminarJesús C., Kafka si que era un maestro. Que te haya recordado a él si que es todo un elogio! Muchas gracias! Me alegra que te haya gustado. Un abrazo
Jesus E., quizás existió ese sonido. Pero nadie estaba allí para escucharlo. Un abrazo
Daniel, el argumento es simple. Pero creo que el ambiente se llega a transmitir. Gracias por la nota. Un abrazo
ResponderEliminarQuimera, muchas gracias! Me alegra muchísimo que te haya gustado. Un beso
Carlos, no es una anécdota porque es una historia ficticia, pero como bien decís, podría ser tranquilamente una historia real. Cualquier semajanza con la realidad es pura coincidencia. Un abrazo
ResponderEliminarPedro, tu comentario le da un toque policial al relato. Buena teoría! Un abrazo
Me gusta como lo has narrado, parece una sucesión perfecta de fotogramas.
ResponderEliminarRufino, me alegra que te haya gustado. Creo que el relato es muy visual. Un abrazo
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