miércoles, 31 de marzo de 2010

Platero y ellas

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que las vecinas se pelean por llevarlo a su cama.

sábado, 27 de marzo de 2010

El origen del caos

Cuando finalmente descansó, la creación quedó a la buena de Él.

jueves, 25 de marzo de 2010

El fin de la espera

La esperé durante años. Sabía que, tarde o temprano, la vencería la tentación de venir a buscarme. 
Apareció por fin un día lluvioso, de pie frente a mi puerta. Tenía la mirada triste, pero su piel aún era blanca y hermosa, como en mis sueños. Sentí sus brazos fríos rodeando mi cuerpo y la noté muy delgada, quizás demasiado para un hombre corpulento como yo. 
Mi viejo corazón se sacudió con fuerza, pero luego se aplacaron lentamente sus latidos. Me dejé invadir por la paz de sus caricias y me fui olvidando de la lluvia, de los años pasados y de su espantosa delgadez.
En ese instante, mientras mis ojos soltaban sus últimas lágrimas, ella levantó en el aire su guadaña.

lunes, 22 de marzo de 2010

Pequeño bestiario sin ilustraciones

(Una colección de seres extraordinarios pero encantadores)

"El Vafoso"

Oriundo del África occidental, el Vafoso era una especie carnívora de simio, con una boca desproporcionadamente grande, capaz de emanar un aliento deletéreo, que adormecía a sus víctimas para luego devorarlas con tranquilidad. Según cuentan las crónicas de la época, la vida de aquel ser monstruoso habría sido extremadamente breve. Su mortal arma de ataque se habría vuelto inútil desde la invención del chicle.

"La Desafinada"

Con cuerpo de sirena, pero cuerdas vocales de hombre, la Desafinada moraba las costas del Peloponeso en la Edad Antigua. Con su voz de tenor desafinado, buscaba atraer a los marinos hasta sus aposentos, para poseerlos por toda la eternidad. Sin embargo, su inocultable nuez de Adán, sus senos deformes y su cola de ballena, la hacían poco atractiva para los piratas, que preferían la abstinencia a semejante experiencia. Dicen, entonces, que la Desafinada alcanzó la vejez sin conocer hombre alguno, o que habría muerto muy joven, a causa de la tristeza.

"El Hombre Toro"

Descendiente lejano del famoso Minotauro, el misterioso Hombre toro vivió en Europa oriental durante el siglo XVIII. Fue perseguido durante un lustro por los pastores rurales, acusado de abusar de sus vacadas. Finalmente, fue atrapado y condenado a muerte, sin necesidad de enjuiciamiento. Una teoría, aún no demostrada científicamente, asegura que el origen del mal de la Vaca Loca habría sido el impacto sufrido por el ganado, al ver el cuerpo decapitado de la bestia, colgado en cruz junto a las brasas.

"El Rinoganso"

Con cuerpo de rinoceronte y patas de ganso, el abominable Rinoganso tuvo una corta existencia en las llanuras que rodean el Río Congo. La pesadez de sus cuernos relajados sobre el morro no le impedía evacuar unos extraños graznidos que precedían la hora del baño. Tuvo una muerte estúpida, propia de un ganso. El sacudimiento ágil de sus extremidades cortas no fue suficiente para mantenerlo a flote sobre el río que traga a los demás ríos, y a todos aquellos que intentan cruzarlo.

"El Quelonius Lepus"

De origen posterior al Diluvio (durante el cual se produjeron inexplicables cruces), el Quelonius Lepus fue el único ser vivo de la familia de los sauromamíferos, caracterizado por tener cuerpo de liebre y caparazón de tortuga. A pesar de la agilidad que le daban sus patas cortas y peludas, se caracterizaba por ser un animal de movimientos vagos y limitados. Cuando iniciaba una caminata hacia cualquier destino, su rostro mostraba el entusiasmo propio de un velocista, pero el cuerpo se movía al ritmo de un perezoso. Semejante contradicción lo convertía en un bruto carente de personalidad, y también de amigos.


Este "Pequeño bestiario sin ilustraciones" de mi autoría fue publicado previamente (y de manera inédita) en la Nave de los Locos de Fernando Valls, el 20 de marzo de 2010, antes de su publicación  (con su consentimiento) en el Living sin Tiempo. ¡Gracias Fernando! 

viernes, 19 de marzo de 2010

Falso adiós

El plan era perfecto. La botella no tenía veneno, ni la daga filo. No habría autopsias ni largas ceremonias funerarias, sólo algunas lágrimas de padres tristes, mezcladas con una extraña sensación de alivio. Saldrían del sepulcro a la medianoche para encontrarse, sonrientes, en las puertas de Verona. ¡Basta de citas en balcones o de estúpidas peleas callejeras! El amor debía triunfar, por encima de todo. Pero ni siquiera el más triste de los sueños eternos de Julieta hubiera imaginado un final tan sorprendente: la carrera enamorada de Romeo hasta Venecia, tomado de la mano del joven Mercucio.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Infusiones

Todas las mañanas, discuten por cualquier cosa. Si ella prepara té, él quiere café. Si sirve café, él lo encuentra demasiado dulce, frío o muy pequeño, o se le antoja con leche, o prefiere que le cebe un mate.
Pero, a partir de hoy, ella no quiere discutir más. Satisfará obedientemente todos los gustos de su esposo en el desayuno. Total, cualquiera de las infusiones servirá para esconder el sabor del veneno. 

lunes, 15 de marzo de 2010

Amor de geisha

Juro que te amaré sin límites ni condicionamientos, todo el tiempo que dure tu visita.

viernes, 12 de marzo de 2010

Los caminantes

Me encanta pasear por la calle Florida. Es divertido observar en silencio a los veloces transeúntes de múltiples razas, escuchar a los artistas callejeros y dejarme tentar por las ventas ambulantes. Pero lo que más disfruto son los encuentros fortuitos, en medio del gentío, con esos sujetos exánimes que deambulan por el microcentro, invisibles a los demás caminantes, y tan parecidos a mí.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Fe de erratas

En el relato “Traición”, donde dice: “acabó con la vida de ese sucio”, debe decir: “acabó con la viuda de su socio”.

lunes, 8 de marzo de 2010

The Full Monty

Ella se ubicó en el medio de la sala para regalarme un show que sería inolvidable. Al ritmo de un blues salvaje, comenzó a desvestirse. Se sacó el sombrero agitando sus cabellos enrulados, y aflojó su falda sensualmente, para dejarla caer con un suave movimiento de cadera. Revoleó sus tacones, se quitó las medias, siguió con la camisa, luego el sostén.
Frente a mi entusiasmo por su desnudez completa, decidió romper los límites. Aflojó su cabellera hasta retirarla por completo y extrajo con los dientes las uñas recién pintadas de sus manos. Deslizó hacia abajo su piel blanca, para descubrir su carne joven y delicada. Sacudió brutalmente su abdomen, para dejar caer los bíceps, los glúteos, los gemelos, el esternocleidomastoideo y las prótesis mamarias. Respiró profundo antes de arrancarse los pulmones, el hígado, el estómago y los intestinos. Siguió con la extracción delicada de sus huesos, desglosando los húmeros, los fémures, las tibias y los peronés, con un sacudimiento digno del Folies Bergère. Se aflojó la mandíbula, desprendió sus costillas y fue enrollando mansamente todo el sistema nervioso sobre su corazón galopante.
Finalmente, mientras me observaba por el cuenco de sus ojos, su lengua me preguntó si había disfrutado el espectáculo. Me encantó, respondí, y pude ver una amplia sonrisa suspendida, que luego se desarmaría contra el suelo, junto al resto de su inconstruible cuerpo. En el aire, aún se siente su perfume y se escuchan sus latidos.

sábado, 6 de marzo de 2010

Uncleaning shampoo

Friego mi cabeza hasta lograr abundante espuma. Repito la operación dos veces, como indica el envase. Intento que el champú penetre por los poros del cabello para borrar ciertas imágenes de mi memoria, pero es inútil. Ella seguirá allí, invulnerable al lavado, tentándome a volver a verla cada tanto, igual que siempre.
Abro los ojos cuando termina el enjuague y me entusiasmo al ver sus pies delgados ingresando sigilosamente a la bañadera.

jueves, 4 de marzo de 2010

Cuestión de hábitos

Aquel hombre tiene hábitos variados. El primero es el que viste, prolijamente cada mañana, para oficiar la misa. Otro, la lectura silenciosa de La Biblia en el salón de los rezos, suavemente perfumado con incienso y mirra. El último, para nada incompatible, el que adora practicar, sin compunciones, con la joven catequista.

lunes, 1 de marzo de 2010

Con justa causa

En camino hacia el bufete de abogados, me detengo frente a un semáforo en rojo. Mientras un joven limpia la ventanilla de mi vehículo, rememoro la vehemente discusión que tuvimos con Raquel, en la que me lanzó un conjunto de reproches, por los cuáles hoy estamos embarcados en un arduo juicio de divorcio. ¡Qué necio fui! ¿Cómo pude hacerle una broma semejante? 
Al extender la mano para darle una moneda al muchacho de la esponja, compruebo que aquel húmedo utensilio es idéntico al incluido en el set de limpieza que le regalé a Raquel por su cumpleaños, el día de nuestro último altercado.


Este relato fue presentado al II Concurso de Microrrelatos sobre abogados del mes de febrero de 2010, en el cual era obligatoria la inclusión de las palabras indicadas en negrita.