miércoles, 23 de marzo de 2011

Un salto liberador

La mujer triste se detuvo en el borde del andén. Si el tren estaba en horario, llegaría a la estación en apenas seis minutos. Planeaba arrojarse a las vías en el preciso instante en que la locomotora apareciera entre la arboleda. Así, no habría tiempo de arrepentimientos ni rescatistas heroicos. Quizás sí una lamentable nota destacada en los noticieros del pueblo, que seguramente sería olvidada en poco tiempo. Pero la demora inesperada del convoy interrumpió sus planes definitivamente. En la parada previa, un suicida con idéntica desesperación había logrado concretar su propósito antes que ella.
La mujer abandonó la escena un poco confundida. Más tarde, reconocería la foto de aquel hombre por televisión. Él había sido el principal causante de la terrible angustia que la había arrastrado hasta el filo de la plataforma. Sin embargo, desde esa tarde, ella sintió que no podía odiarlo más.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Un día un poco raro

Justo el día en que aquel hombre había decidido madrugar, amaneció más temprano. Ni siquiera Dios, que maneja los horarios de los astros, le había prestado ayuda. A pesar del mal tiempo, su cara se mantuvo tan triste como de costumbre. En el desayuno, a pesar de usar todas sus mañas, le fue imposible abrir el frasco de la mermelada, y tuvo que saciar el hambre solamente con un poco de pan duro, que logró cortar con el cuchillo que había tomado prestado de la casa del herrero. Aunque hubiera preferido recorrer la granja solo, apareció una mujer malvada que quiso acompañarlo. En el establo, notó que el ganado se encontraba más flaco, a pesar de observarlo con atención. Revisó los dientes de un caballo que le habían regalado y escuchó los quejidos de un cerdo que reclamaba por su San Martín. Por mirar a cien pájaros que pasaron volando, se le escapó un gorrión que tenía entre manos. En su camino de regreso, se interpuso un perro bravo que le dio un tarascón entre ladridos. Descargó su ira dándole una patada asesina, pero el animal siguió gruñendo con rabia por un buen rato. La mujer le reprochó su actitud con palabras necias, que él pudo escuchar con claridad. Sin embargo, lo más extraño fue que a pesar de que había sido un día muy malo, acabó siendo perfecto.