jueves, 22 de diciembre de 2011

El asilado

Me despertó el sonido de un timbre en la madrugada. Un hombre vestido de negro llamaba a la puerta de entrada. A pesar del temor que me infundía, accedí a hacerlo pasar cuando me rogó, con una tonada extraña pero desesperada, que por favor le diera asilo en mi casa. Le expliqué que mi vivienda era pequeña, que no tenía habitación de huéspedes, y que momentáneamente podía acomodarse en el cuarto de baño que daba al patio trasero. Así lo hizo. Entró dando un portazo y nunca más la volví a ver. Apenas responde con un gruñido cuando golpeo a su puerta para avisarle que llegó la correspondencia. Semanalmente, recibe cajas selladas de color marrón, que hace ingresar por un agujero que él mismo hizo en la pared, a la medida justa de su necesidad.
Como en mi casa hay otro cuarto de aseo, intento olvidar que él todavía vive ahí. Pero es imposible. Cada vez que salgo al patio, tiemblo al ver esos enormes misiles que apuntan al cielo, asomados por la ventana del baño de atrás.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Una boda irreal

El rey intenta convencer a la princesa de que contraiga matrimonio con el monstruo. El pretendiente es un ser horrible, pero con mucho dinero (y eso le vendría muy bien al reino). Ella finalmente accede, porque sabe que en estos tiempos es casi imposible encontrar un candidato de la realeza que aún sea soltero. Su padre le agradece regalándole una caricia tierna en la joroba. Satisfecho, cierra la puerta de rejas y corre a planear la ceremonia.