Durante mi niñez, solía tener un sueño recurrente en el que podía volar. No necesitaba artefactos ni motores de propulsión, simplemente estiraba mis brazos en el sentido deseado y mi cuerpo se elevaba suavemente en esa dirección. Si deseaba aterrizar, sólo tenía que apuntar los pies hacia la Tierra, juntar mis brazos al cuerpo, y dejarme llevar por una leve fuerza de gravedad.
Algunos años después, mi cuerpo comenzó a experimentar unos síntomas extraños a través de los cuales mi sueño parecía convertirse en realidad. Primero, fueron las plumas que empezaron a crecer en lugar de mis vellos del pecho, brazos y piernas, aunque logré controlar aquel anormal suceso con extensas rutinas de depilación completa.
El problema se volvió complejo cuando las uñas de mis pies comenzaron a crecer en forma de rugosas garras y mis dedos se unieron para formar solo tres puntas, pero oculté el problema desarrollando yo mismo un nuevo tipo de calzado basado en las clásicas patas de rana que utilizan los buceadores. Una vez entrado en la adolescencia, aparecieron los fuertes dolores de estómago que reclamaban un cambio urgente en mi alimentación y logré superarlos llenando las alacenas de mi cocina con semillas, granos en conserva y frutas de estación. A pesar de la vergüenza, consulté algunos médicos especialistas, incluso un veterinario, pero ninguno logró dar cura a la sorpresiva transformación. Resignado ante aquella extraña enfermedad que avanzaba y se apoderaba de todo mi cuerpo, decidí conformarme y aceptar mi nueva imagen.
Hoy, amanecí con mi nariz convertida en un afilado pico en forma de gancho y mi voz modificada en un indescifrable graznido. Desde mi cama observo la ventana que, previendo este final, había dejado entreabierta anoche, antes de ir a dormir. Del otro lado de la abertura, una pájara tierna silba dulcemente mi canción favorita, como invitándome a salir a volar con ella.
Desplegaré mis flamantes alas, imitando aquellos inocentes sueños de mi infancia y sentiré la fresca brisa matinal sobre mi rostro plumífero. Desde el cielo soleado de mi barrio, observaré mi casa pequeña sobre la superficie terrestre. Allí quedarán guardados, para siempre, mi vida de humano y mis bienes materiales, entre ellos, la almohada sobre la cual imaginé, alguna vez, estos sueños de libertad hechos realidad.
Algunos años después, mi cuerpo comenzó a experimentar unos síntomas extraños a través de los cuales mi sueño parecía convertirse en realidad. Primero, fueron las plumas que empezaron a crecer en lugar de mis vellos del pecho, brazos y piernas, aunque logré controlar aquel anormal suceso con extensas rutinas de depilación completa.
El problema se volvió complejo cuando las uñas de mis pies comenzaron a crecer en forma de rugosas garras y mis dedos se unieron para formar solo tres puntas, pero oculté el problema desarrollando yo mismo un nuevo tipo de calzado basado en las clásicas patas de rana que utilizan los buceadores. Una vez entrado en la adolescencia, aparecieron los fuertes dolores de estómago que reclamaban un cambio urgente en mi alimentación y logré superarlos llenando las alacenas de mi cocina con semillas, granos en conserva y frutas de estación. A pesar de la vergüenza, consulté algunos médicos especialistas, incluso un veterinario, pero ninguno logró dar cura a la sorpresiva transformación. Resignado ante aquella extraña enfermedad que avanzaba y se apoderaba de todo mi cuerpo, decidí conformarme y aceptar mi nueva imagen.
Hoy, amanecí con mi nariz convertida en un afilado pico en forma de gancho y mi voz modificada en un indescifrable graznido. Desde mi cama observo la ventana que, previendo este final, había dejado entreabierta anoche, antes de ir a dormir. Del otro lado de la abertura, una pájara tierna silba dulcemente mi canción favorita, como invitándome a salir a volar con ella.
Desplegaré mis flamantes alas, imitando aquellos inocentes sueños de mi infancia y sentiré la fresca brisa matinal sobre mi rostro plumífero. Desde el cielo soleado de mi barrio, observaré mi casa pequeña sobre la superficie terrestre. Allí quedarán guardados, para siempre, mi vida de humano y mis bienes materiales, entre ellos, la almohada sobre la cual imaginé, alguna vez, estos sueños de libertad hechos realidad.
24 comentarios:
Las transformaciones son energia de vida que renuevan...respirar profundamente ayudara a completar el proceso...
mientras tanto, disfruta de fluir libremente en el aire!
Que buen relato!
Saluda a ud. atte.
Carina, muy buena tu asombrosa interpretación del relato. No sabés que lindo se ven las cosas desde acá arriba! jaja Gracias. Saludos
Mmmm sueños dentro de sueños,es mágico. Yo tambien solia soñar con eso, lastima que no me crecieron plumas.Un saludo.
Hay días en que envidio el destino el protagonista de tu historia.
Y a propósito de él, tuvo el privilegio de cumplir el sueño de su infancia ...
PRECIOSO !!!
BESOS DE LIVING.
HYDRO, los sueños, sueños son, pero aquí... se hacen realidad! Un abrazo
Sil, yo también lo envidio. Muchas gracias. Un beso
Muy bueno!, me gustó mucho esta lenta transmutación de libertad que tan bien narrás!...lo de la depilación completa para quitarte las plumas me ha hecho mucha gracia, jejeje
Ahora te dejo volar y yo revoloteo otro poco en el silencio de la noche!
un abrazo!
Neogeminis, me alegra que te haya gustado. Es lindo volar, pero debo confesar que la depilación ha sido dolorosa. Un abrazo
Buenos diasssssssss.
Yo ho no me acuerdo que soñé, pero cuando era niña tenía un sueño en el que también volaba, y conseguía hacer unas acrobacias increibles en el aire.
Pero yo no tuve tanta suerte como tú.
¿Soñarás ahora con ser humano, y volver a recostar tu cabeza sobre esa almohada?.
Un besito y vuela alto.
Los sueños nos dan esperanzas muchas veces por vivir, sobre todo en la niñez..
saludos un gusto siempre leerte.
un abrazo
saludos fraternos
un abrazo inmenso
que tengas un buen fin de semana
Hola hombre-pájaro, me ha gustado mucho como lo has expresado, pero me dió algo de nostalgia ver que lo dejaba todo atrás, abandonando su vida para comenzar una nueva. Un beso!
como siempre una imaginación desbordante y una sinceridad en la letras, expresando que toda transformacion es primero interna, como Kakfa y su metamorfosis.
Ana, la vuelta a la vida humana quizás sea argumento de una segunda parte del cuento. Un beso
Adolfo, absolutamente de acuerdo contigo en relación a los sueños. Un abrazo fraterno para vos también.
Andrea, todo cambia implica el abandono de lo que dejamos atrás, no hay forma de evitarlo. Un beso
Druida, sin dudas comparto tu opinión respecto a las transformaciones internas. También debo reconocer que hay una gran influencia kafkiana en este relato, mezclada con una especie de ave fenix. Gracias por tus constantes palabras de aliento. Un abrazo
No sé por qué extraña fuerza he llegado hasta este relato. Puede que hayan sido mis alas, no sé,pues creo que en algún momento también he sido pájaro o tal vez mariposa. En cualquier caso es un transformación hermosa.
Espero que la disfrutes y que de vez en cuando, cuando te apetezca, aterrices y nos dediques algunas de tus letras describiéndonos como fluye la vida desde ese envidiable punto de vista.
Un saludo desde aqui abajo!!
Por lo menos fue pájaro y no bicho como Kafka...yo también tengo alas...y las uso muxo...
Bonito relato...imaginemos...y a volar!
Saludos de la chica.
Mara-mara, bienvenida al living. Me alegra compartir contigo la belleza de la transformaciòn. Nos seguimos leyendo. Un beso
Isabel, si también tenes alas quizas nos encontremos alguna vez por allá arriba. Saludos de living.
Qué bella imagen.
(:
Yo también sueño que vuelo amenudo =O
Un besito,
have a nice day love :*
Excelente poder de síntesis y buen manejo de tiempo y espacio.
Continuaré acompañando tu vuelo
Hasta Siempre
Saludos
Juliet, he descubierto que es un sueño muy común. No me siento solo en el aire. Un beso
cuentapasos, gracias por tu visita y por decidir seguirme. Nos seguimos leyendo. Saludos
Es bueno poder vivir aunque solamente sea en sueños algo que
en la realidad es imposible.
Me gustó tu cuento de transformación.
Un saludo
precioso!! y a seguir soñando, no? quien dijo, a lo mejor, alguna vez la metamorfosis nos llega a todos.
Es un sueño bastante usual en la niñez, sin embargo, no se repite en la madurez, será porque ya hemos volado y abandonado el nido?
Magnifica descripción de la metamorfosis... como siempre, chapeau mon ami!
Un beso,
Marisa, parece imposible, pero nunca se sabe! Bienvenida al living. Espero que regreses pronto. Saludos
Gisela, coincido con vos. Si seguimos soñando, todos podremos lograrlo. Gracias por tu visita. Un beso
Clara, es muy probable que tengas la razón acerca de porque el sueño no se repite en la madurez. No lo había pensado, pero me convence tu teoría. Gracias por tu comentario. Un beso
Todo relato corto deja abiertas un sinfín de puertas de entrada y de salida;y ya en manos del lector cae en su derecho de ver ahí las posibilidades a las cuales tenga alcance;y no lo tomes a mal,pues no te acuso de tal cosa en cuanto a una faceta que aquí puede visualizarse,y és la de que el cuento justo al ser narrado en un tono tan empalagoso como el que elegiste para narrarlo,al llegar al justo final en que tu protagonista nos ha dicho todo ésto mirándo hacia cámara(su punto de vista nosotros los espectadores)
,empieza un movimiento de zoom back,que termina revelándonos que todo ésto concluye con los loqueros encamisando de fuerza al hombre-pájaro que grazna en alto y reverberante volumen,para de ahí pasar a un extremo acercamiento de su cara que se nos hace difusa y nos lleva al recuerdo de que está culpable porque de niño abusó de una gallina en la hacienda del abuelo.¿Ves que cerca estás de crear un psico-thriller?
Carlos, creo que tu comentario supera el relato. Un abrazo
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