Siempre detesté conducir en soledad por las peligrosas rutas del interior. Frente a mí, la noche negra parecía infinita, apenas iluminada por los faros delanteros de mi vehículo y por los ocasionales destellos que traía la lluvia. Las noticias de la radio ya sonaban repetidas y el aire acondicionado de la cabina no era suficiente para combatir el denso empañamiento de los parabrisas. Mi cuerpo comenzaba a sentir el cansancio de aquel largo día de mudanza y estaba exigiendo una nueva dosis de café.
Al terminar de recorrer una curva profunda del camino, apareció detrás de mí un automóvil veloz, conducido por una sombra irreconocible, que me apuntaba con un par de cegadoras luces blancas. Aminoré la marcha y dejé espacio suficiente para que el molesto compañero de ruta me sobrepasara, pero respondió haciendo señas de luces como pidiendo que detenga mi marcha. Asustado, empuñé fuertemente el volante y aceleré a fondo con intención de perderlo de vista, pero aquel vehículo negro seguía allí atrás, fastidiándome.
Recorrimos cincuenta kilómetros de la ruta solitaria formando una incómoda caravana y mi miedo aumentaba de manera inversamente proporcional al indicador luminoso del nivel de combustible, que estaba cerca de alcanzar el punto mínimo. Con el tanque vacío, mi automóvil se detuvo a un costado de la carretera y, algunos metros atrás, interrumpió su marcha el viajante reflejado en mi espejo retrovisor. Fingiendo un coraje que no tenía, descendí del vehículo y me detuve frente al perseguidor con los brazos abiertos.
-¿Qué diablos quieres de mí? – le pregunté en voz alta– Hace una hora que estás persiguiéndome y ya colmaste mi paciencia.
- Vengo a buscar lo que es mío desde que te quedaste dormido en aquella curva fatal.
Un relámpago iluminó la escena y pude ver las manchas rojas que, provenientes del cráneo, descansaban sobre mi camisa de colores claros. La parca abrió las puertas del vehículo fúnebre y entendí que debía acompañarla. Ya sin miedo, reiniciamos el viaje por la oscura carretera que, tras el desafortunado encuentro, seguramente nos conduciría a un destino diferente.
Al terminar de recorrer una curva profunda del camino, apareció detrás de mí un automóvil veloz, conducido por una sombra irreconocible, que me apuntaba con un par de cegadoras luces blancas. Aminoré la marcha y dejé espacio suficiente para que el molesto compañero de ruta me sobrepasara, pero respondió haciendo señas de luces como pidiendo que detenga mi marcha. Asustado, empuñé fuertemente el volante y aceleré a fondo con intención de perderlo de vista, pero aquel vehículo negro seguía allí atrás, fastidiándome.
Recorrimos cincuenta kilómetros de la ruta solitaria formando una incómoda caravana y mi miedo aumentaba de manera inversamente proporcional al indicador luminoso del nivel de combustible, que estaba cerca de alcanzar el punto mínimo. Con el tanque vacío, mi automóvil se detuvo a un costado de la carretera y, algunos metros atrás, interrumpió su marcha el viajante reflejado en mi espejo retrovisor. Fingiendo un coraje que no tenía, descendí del vehículo y me detuve frente al perseguidor con los brazos abiertos.
-¿Qué diablos quieres de mí? – le pregunté en voz alta– Hace una hora que estás persiguiéndome y ya colmaste mi paciencia.
- Vengo a buscar lo que es mío desde que te quedaste dormido en aquella curva fatal.
Un relámpago iluminó la escena y pude ver las manchas rojas que, provenientes del cráneo, descansaban sobre mi camisa de colores claros. La parca abrió las puertas del vehículo fúnebre y entendí que debía acompañarla. Ya sin miedo, reiniciamos el viaje por la oscura carretera que, tras el desafortunado encuentro, seguramente nos conduciría a un destino diferente.
23 comentarios:
Vaya con que entrada me extreno.
Interesante.
Y lo que veo también.
Bueno pues por hoy nada más, porque ya me iba a dormir, pero volveré, pero no a llevarte por una carretera oscura.
Un besitoooo.
Ana, bienvenida y gracias por tu comentario y por seguirme. Las puertas del living estan siempre abiertas para que regreses cuando quieras. Un beso
Me faltó saber qué pinta tenía la Parca...quizás era pálida y los ojos le brillaban mucho, quizá no le caíste tan mal. Quizás estaba cansada de conducir sola en la noche...
Yo que vos, lo intento, qúizás consigas unos añitos más aquí en la tierra bien vivo, total ... qué perdés...
Mirá que las mujeres somos tan impredecibles...
(Broma)
En serio:
El relato es espantoso, pero me gustó la parte donde decís...que no tuviste miedo.
BESOS DE LIVING.
Sil, imagino la conciencia de la muerte tan oscura y espantosa como este relato, pero una vez aceptada.. ¿quién sabe? Gracias por tu comentario. Un beso
Muy, pero muy bueno. Escalofriante e inesperado. me encantó.
Druida, muchas gracias por tu comentario. Comparto el escalofrío. Saludos
Mmmm..pues en realidad me ha disgustado un poco porque yo siempre he creido que la venganza nunca lleva a ningún sitio, pero bueno, al fin y al cabo sólo es un texto!jajajjajajaj
tan original como siempre, realmnete una proeza que cada entrada sea totalemnte independiente de la anterior...
1 besito
Relato de terror. La próxima vez más precaución en carretera para que no nos sorprenda la muerte en mitad del camino. Un saludo...
Juls, no descarto que alguna vez las entradas se vinculen entre si. Gracias. Un beso
Alejandro, ojala hubiera proxima vez. Un abrazo
Tal vez la persecusion sea un intento de la muerte por avisar que viene en camino...y que el conductor puede zafar si lo intenta. Es una metafora llena de posibilidades.
Al fin de cuentas, es una tramo distinto dfe la propia Vida...
Saludos!
Carina, excelente tu interpretación del cuento. ¿Que hubiera pasado si se quedaba sin nafta el auto de atrás? Todo es posible... Saludos!
Te voy a ser franco me da miedo!!!!
de pequeños explicabamos, leyendas urbanas y esta....ahhh!!!! se parece a una que me tenía paralizado.MUY BUENO, PERO CÓMO TE DIGO !!!DA MIEDOOO!!! Un saludo.
Me estremezco. Realmente bueno, me mantuvo pegada a la pantalla deseando saber el desenlace de la historia.
Pd: Me alegro de no haberlo leído ayer por la noche x)
HYDRO, me dan miedo las rutas oscuras y solitarias, así que comparto tu sensación. Saludos
Juliet, me alegra haber logrado el efecto deseado! Saludos
Me sorprendió. Por alguna razón esperaba un final con humor.
Buen cuento maestro Martin.
Salú pue.
Su personaje se encontró a la parca, yo soy el parco, pero de palabras.
Salú de nuevo.
lalagoesfishing, muchos de mis cuentos tienen un final con humor. Quizas por eso estes mal acostumbrada! jaja prometo volver a la buena senda en mi próximo post. Saludos
Johan, Dos comentarios en una misma entrada no te muestran como alguien parco! muchas gracias! me alegro que te haya gustado. Saludos pué.
Me gusta el estilo, la verdad que muy bueno. Tremendo kilometraje debe haber en el coche de la parca.
Netomancia, si fuera en avión la parca ya tendría millas de sobra. Abrazo
Uff! Un cuento de terror.
Excelente! Has logrado arrancarme un escalofrío...
Besos,
Buen consejo difundes de que nadie se duerma al volante,el deber sagrado de cualquier conductor es buscar un lugar seguro donde dormir cuando aparece la amenaza de quedar soñando.Y aprovechando a tu auditorio,agrego otro,si sienten sueño al conducir,canten,lo he comprobado no se puede uno quedar dormido cantando a toda voz.
Clara, por las dudas, maneja con cuidado. Un beso
Carlos, me alegra que se deje entrever la conciencia vial que este relato busca transmitir. Saludos
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