viernes, 27 de febrero de 2009

La felicidad no tiene precio

La primera vez que fui a ver a mi equipo jugar de visitante en la cancha de Boca, a mi papá le robaron plata del bolsillo mientras hacíamos la cola para entrar.
¿Para qué vinimos? - me dijo con bronca - ¡Si sabemos que es peligroso!
Ese día Gimnasia ganó 6 a 0 en una goleada histórica en la Bombonera.
Mi viejo me abrazó con una alegría incontenible y pensé:
Ya está... recuperamos la guita.

7 comentarios:

Christian Pereira dijo...

muy buena anecdota !

Anónimo dijo...

Te banco la de la goleada, no te digo nada del 5-1 con 4 de Martin, pero la figura de esa tarde ahora es idolo de Boca, la vida es una calesita no?
Igual, me lo imagino al CHOCHO, mas chocho q nunca en la 3 er. bandeja, de paso te digo q yo estaba viendo al Boca de Caniggia, Marcico, Veron y el Kily...

Martín Gardella dijo...

La misma calesita que mencionas hizo que Marcico jugara en Gimnasia ese campeonato e hiciera de penal el 5to gol del partido. El estadio entero lo ovacionó porque no lo festejó.

Anónimo dijo...

Si, me di cuenta en casa, q habia incluido mal a Marcico en Boca, jugo con Yllana, Gustavo, Guillermo, Albornoz, un horror...
Esa tarde yo tambien senti q me habian robado la plata del bolsillo...

Esteban Dublín dijo...

Qué belleza. El fútbol, definitivamente, es el mejor invento del mundo.

Diego dijo...

coincido plenamente

Martín Gardella dijo...

Esteban, creo que solo el fútbol admite este tipo de alegrías. Saludos

Diego, bienvenido al living. Gracias por llegar hasta aquí y comentar. Saludos