Diez años después, todavía él lamenta aquel beso que no dio. Ella, en cambio, gastó una fortuna en terapia para superar su indiferencia. Hoy siguen solos.
Un encuentro casual en el subterráneo les regalará una nueva oportunidad. Sin embargo, ella sólo sonreirá y le contará que está muy bien, que ahora vive en Burzaco. Y él pensará que ella está mucho más linda que en sus recuerdos, pero solo atinará a decirle que fue una alegría encontrarla, que hacía mucho tiempo que no se veían. No se animará a pedirle un número de teléfono, y mucho menos a robarle un beso.
Ella abandonará el subterráneo en la estación Callao, aunque debía bajarse en Malabia, y sus ojos se humedecerán mientras suba la escalera mecánica. Desconcertado, él continuará su viaje hasta la terminal. Se justificará pensando que ella seguramente debe tener pareja, y que Burzaco queda bastante lejos.
Cuando se da la segunda oportunidad hay que aprovecharla no habra otra
ResponderEliminarBien logrado el microrelato
Un abrazo
Muy buen relato Martín, dejar pasar la oportunidad solo por no animarse (Cuantas quedaron en mi vida)
ResponderEliminarUn abrazo.
Precioso, pero muy triste. Que la vida te plante otra oportunidad delante de la cara y mires para otro lado... pues eso, tristísimo. Un abrazo.
ResponderEliminarMuy bueno y triste, para leer un día de lluvia. El amor es abrirse y subirse al carro. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Ayyy, qué terrible! ... para nosotros, que sabemos (la indecisión como enemigo).
ResponderEliminarCariños
Buen material para un corto.
ResponderEliminarDeja una triste sensación de oportunidad perdida y como que no habrá otra más.
ResponderEliminarMe gustó.
La distancia es el olvido, dicen que dice una canción...
ResponderEliminarLas fortunas gastadas en psicólogos, son fortunas mal gastadas.
Saludos
J.
Dejar pasar un tren es lamentable. Dejar pasar el segundo, ya no se puede perdonar.
ResponderEliminarY es tan común.
Hermoso micro melancólico, Martín.
Un saludo.
"Hechos son amores y no buenas razones". Saludos,
ResponderEliminarMario B.
Lapizlazuli, esta micro busca despertar al lector, para que no pierda nunca una segunda oportunidad. Gracias por comentar. Un abrazo
ResponderEliminarEl moli, me alegra que te haya gustado. Muchos se sentirán identificados, es verdad. Gracias por tu comentario. Un abrazo
Mar, es verdad. Es bastante triste esta historia. Pero pensemos que quizás haya una tercera oportunidad, y ahí si se anime. Gracias! Un beso
ResponderEliminarTetor, coincido con tu opinión. Me alegra que te haya gustado. Gracias por pasar. Un abrazo grande
Laura, qué honor tenerte por acá. Todos, en algún sentido, hemos pasado por una historia de indecisión similar. Esperemos que este micro sirva como empujón. Un beso!
ResponderEliminarUn poco rara, es cierto. Sería lindo verlo en pantalla. Gracias por la idea! Un beso
Elysa, nunca se sabe. Dicen que no hay dos sin tres. Esa vez, espero que se animen a más. Gracias por tu comentario. Saludos!
ResponderEliminarJosé, depende como lo mires. Quizás justamente por eso lo dejó pasar. Hay quienes dicen que lo pasado, pisado. Es otra forma de ver las cosas. Gracias por comentar. Un abrazo
Sergio, ¿cuantos trenes pasan de largo todos los días? Lo importante es saber subirte al correcto. Gracias por comentar. Un abrazo
ResponderEliminarMario, bienvenido al Living. Gracias por dejar tu comentario! Un abrazo
Conmovedor...
ResponderEliminarEduardo, bienvenido al Living! Muchas gracias por pasar y comentar. Un abrazo
ResponderEliminarExcelente, Martín, y muy "dolinesco", no? Cristina Sarubbi
ResponderEliminarMuy bueno el microcuento. Ocurre tan a menudo, el problema es que casi nunca se identifica la situación de enfrente como una segunda oportunidad.
ResponderEliminarRetrata nitidamente los infiernos de la timidez.
ResponderEliminarMe la he pasado de agasajo leyendo varios de tus relatos.
Gusto de ver que sigues en ascenso.
Siempre entre los grandes del internet.