Cuando era niño, armaba guerras imaginarias con los soldaditos de juguete que le regalaban los mayores. Años más tarde, al conocer la verdadera historia de su vida, decidió prenderlos fuego.
Este microrrelato participa de la Convocatoria de "Minicuentos por la identidad II", organizada por Cuentos y Más.
Y en ese momento (en esos momentos) uno vuelve a nacer, o nace.
ResponderEliminarSaludos del sur.
¡Por suerte! Hay otros que seciden seguir jugando cuando se hacen mayores, y siguen creyendo que los soldaditos son de plomo, y no seres humanos.
ResponderEliminarSaludos, y buen fin de semana.
Un micro de narratividad tan ajustada que en menos de cincuenta palabras cuenta el drama intenso que atravesaron muchas vidas. Ha de ser muy doloroso descubrir el engaño.
ResponderEliminarGran texto, Martín.
Un saludo.
Decirte una gran reflexión....
ResponderEliminarun abrazo
Una nueva vida, una nueva familia. La verdadera. Los demás eran de plástico.
ResponderEliminarSupongo que este micro va para "Minificciones por la identidad", en Cuentos y más.
Un saludo.
El cachetazo inevitable. El fuego de la conciencia.
ResponderEliminarUn abrazo Martín.
Van en la naturaleza humana ciertos valores que aprendemos a usar al antojo y conveniencia.
ResponderEliminarCon todo ello, teminamos restándole importancia a la conciencia.
Buen micro Martín.
Saludos.
Con esa primera oración son varios los relatos que se pueden sacar. Desde el que siguió jugando con soldaditos pero de verdad hasta el que se horrorizó por vivir en una guerra.
ResponderEliminarDeberíamos proponernos construir algo partiendo de esa primera oración, perfecto para comunicar el horror de la guerra.
Con esa primera oración son varios los relatos que se pueden sacar. Desde el que siguió jugando con soldaditos pero de verdad hasta el que se horrorizó por vivir en una guerra.
ResponderEliminarDeberíamos proponernos construir algo partiendo de esa primera oración, perfecto para comunicar el horror de la guerra.
Buenisimo Corto y bueno!!
ResponderEliminarEs así. Las vivencias de la niñez marcan para toda la vida. Ojalá no haya tanta violencia en la raíz, para que después no broten guerras de las ramas. Muy bueno.
ResponderEliminarAsí es la vida, uno crece y ya lo ve todo de otra forma.
ResponderEliminarUn final muy coherente con ciertas biografías.
ResponderEliminarPor suerte creció y pudo ver la verdad.
ResponderEliminarAbrazos
REM
hola: a mi me pasó eso! gracias! esta bueno darse cuenta de algunas cosas.
ResponderEliminarFEde
Juan, no sé si vuelve a nacer, pero seguramente es bastante parecido. Gracias por comentar! Un abrazo
ResponderEliminarCarlos, por suerte hay juegos mejores que los soldaditos. Gracias por pasar. Saludos
Pedro, muchas gracias. Me alegro que haya llegado a golpear. Un abrazo
mardelibertad, este micro fue escrito para una convocatoria sobre el tema, como excusa para la reflexión. Me alegra que te gustó. Gracias. Saludos
ResponderEliminarSergio, así es. Hacia allá fue. Y salió publicado en un especial de Cuentos y más. Muchas gracias! Un abrazo
Alejo, un cachetazo duro, pero necesario. Gracias por pasar. Un abrazo
Enmascarado, muy buena reflexión. Muchas gracias por compartirla por aquí. Un abrazo!
ResponderEliminarMelvin, en mi infancia jugué con soldaditos, con la inocencia del que cree que una guerra puede ser divertida. Hoy, por suerte, ya son pocos los niños que creen eso. Me gusta tu propuesta. Ojalá esa primera oración sirva para generar mayor conciencia. Saludos!
Recomenzar, bienvenido al Living! Y muchas gracias por el elogio! Me alegra que te haya gustado. Saludos!
Hugo, comparto tu deseo. Espero que este micro aporte para que eso suceda. Muchas gracias! Un abrazo
ResponderEliminarDavid, eso también es parte de la vida. Tenés razón. Gracias por pasar. Un abrazo
Raúl, muy buen comentario, breve pero intenso, como este micro. Muchas gracias. Un abrazo
Rembrandt, nunca es tarde, por suerte. Gracias por comentar. Un beso
ResponderEliminarFede, bienvenido al Living! Me alegra que te sintieras identificado con esta historia tan llena de esperanza. Te mando un abrazo