Como todas las mañanas, leía el diario mientras tomaba un café cerca de la oficina. De repente, vi aparecer a Eduardo cruzando la puerta. Hacía mucho que no lo veía al flaco; estaba casi igual que la última vez que nos habíamos encontrado, algunos años atrás, en esa misma cafetería.
Se acercó caminando directo hasta mi mesa y festejamos el casual encuentro con un abrazo amistoso. Lo invité a sentarse y tomar un café conmigo. Le conté acerca de mi vida, de cómo estaban los chicos, mi esposa, los perros, nuestros amigos en común. Sin embargo, él me escuchaba en silencio, con apatía, apuntando su mirada triste hacia la tacita de café que se enfriaba pasivamente. A pesar de mis preguntas, no quiso contarme nada acerca de sus cosas, salvo algunas quejas por tener demasiado tiempo libre en esos días. Al despedirse, noté que lo estaba haciendo para siempre. Se alejó sin darse vuelta, arrastrando los pies, esquivando las mesas tardamente. Estaba raro.
Me quedé leyendo el diario por un rato. Descubrí que el nombre del flaco se repetía varias veces, escrito en negritas, entre las necrológicas.
Qué bien escribís, Martín, pero la obsesión por el final sorpresa deteriora notablemente este relato. No lo fuerce, por favor.
ResponderEliminarEs mi opinión y no quiero ofender a nadie. He notado que los blogueros son alérgicos a la crítica.
Yo no haría una crítica... pero con una mano en el corazón, le digo que mientras lo veía al flaco irse cabizbajo ya empecé a pensar de que se trataba de un aparecido. Igual me lo leí todo y me gustó Martín. Te mando un abrazo y aunque no siempre comente te leo.
ResponderEliminarA mí,al contrario de Rogelio,sí me gustó la forma de resolver el cuento, siempre hay que buscar una forma que no caiga en el lugar común para matar a un personaje; en tu caso me gusta eso de las letras necrológicas.
ResponderEliminarToda una premonición...!!
ResponderEliminarQué fuerte...!!
Muy bueno...!!
Escribo otro tipo de cosas y lo sabés bien...
ResponderEliminarasí que me considero NADIE para opinar.
Solo quiero contarte -a vos-, MARTÍN, que mis poemas nacen con el último verso, y a partir del remate, crece de abajo hacia arriba toda la estructura...
Sin giro final, no tengo poesía.
Esa es mi forma de escribir.
Por éso será, que adoro los golpes de timón en el final, en todos los textos que leo, incluyendo los tuyos.
Tu cuento de hoy me recordó la sensación de impotencia que sentía el protagonista de GHOST al caer en la cuenta de q´estaba muerto. Me retrotrajo a aquel emblemático film...
no sé si estás de acuerdo con la analogía que refiero.
Un beso enorme.
mi comentario es casi tan extenso como tu cuento ... sorry!
SIL
Magistral, Martín!!!
ResponderEliminarEsta vez, de nuevo, no sospeché el final.
Cariños!
ay, Martín!!
ResponderEliminartomo unas palabras de Sil:
"Tu cuento de hoy me recordó la sensación de impotencia que sentía el protagonista de GHOST al caer en la cuenta de q´estaba muerto.
..., y en la línea 8 en tu "Sin embargo,...", ahí ya me pasó lo que dijo Sil, ahí me di cuenta que sigo en carne viva.
Me tenés acostumbrada a las sorpresas en los finales,... hoy te lo descubrí porque sentí lo que pasaba.Eso significa que has transmitido perfectamente el sentir.
Un beso gigante, Martín!
Mmm... Y yo que pensé que el Flaco estaba vivo pero se iba a pegar un disparo jeje!
ResponderEliminarPsss, Martín, que el cuento te va a escribir una carta ^^
ResponderEliminarPues mira, pensaba que al final iba a estar enfermo y que se iba a desplomar, así que la sensación a muerte está (y conseguida), y como no, con la sorpresa al final.
Te has ganado el aplauso de la semana.
Besitos.
Coincido con algunos de los comentarios anteriores, Martín. El texto está muy bien narrado, con ritmo, profesionalidad y tal, pero la sorpresa final (un tanto predecible) desmerece todo el esfuerzo anterior. De todos modos, buen relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
muy bueno, inesperado, borgeano
ResponderEliminardruida
Quizás tuvo conciencia en ese mismo momentos de que estaba muerto.
ResponderEliminarMuy bueno, Martín.
Un abrazo
muy bien narrado, como de costumbre.
ResponderEliminarEl final demasiado explicito, con eso de las necrológicas.
Por el resto, como siempre, en línea ascendente.
7.5
Este relato explica perfectamente el motivo por el cual yo dejé de leer el periódico...
ResponderEliminarBesos
Vaya sorpresa que me he llevado cuando he llegado al final. Pero bueno estas cosas pasan, a veces la realidad nos llega tarde, una vez que ya ha sucedido. Un saludo
ResponderEliminar¡Muy bueno!, hace poquito descubrí tu blog, una lastima no haberlo hecho antes pero bueh , saludos.
ResponderEliminarAmigooooooooooo.
ResponderEliminar¡Te pasaste!...
Esto es... muy bueno.
Que bien amigo, que bien te salió.
Un abrazo fuerte, cuidate mucho.
Luz y magia para vos.
Besos.
:)
Lo que yo pensaba mientras leía el relato es que para que dos amigos se encuentren en el mismo bar años después tiene que darse el hecho de que uno sea habitual. Por tanto, el encuentro siempre se dará porque el otro va a buscarlo.
ResponderEliminarEstuviera muerto o fuera a morirse fue a despedirse.
¿Por qué es tan importante despedirse de algunas personas? Pienso en esas que no forman parte de nuestro entorno habitual, pero si muriéramos quisiéramos despedirlas antes...
Perdona el rollo. Me volé con tu Eduardo.
Y me gustó mucho.
Un beso
Con razón lo encontrabas cabizbajo! ajajaja
ResponderEliminarmuy bueno!
un abrazo.
No soy nadie para opinar y menos tras leer a algunos de tus lectores pero a mi me gustó. Cierto es que el final más que predecible es demasiado explícito pero seguro también que algunos no lo hubieramos entendido de otra forma.
ResponderEliminarEn todo caso, quiero confesarte que me gustó.
Que importa el final. Si la música es buena se la disfruta mientras suena. Felicitaciones.
ResponderEliminarLa tristeza cambia de lado al irse Eduardo, y se instala en el protagonista. A veces la muerte de alguien nos llega de antemano, pocas veces, en persona. Gran relato Martín, me gustó disfrutarlo palabra a palabra.
ResponderEliminarPues a mí me gustó. Bien narrado. Con final bien cerrado, y lo explícito no es sinónimo de menos calidad.
ResponderEliminarNo entiendo la obsesión con que siempre tiene que haber un final sorprendente, un giro inesperado, un final super abierto...
A veces sí y otras no.
Un saludo indio
Pues ya que vamos de crítica y sugerencias te haré las mías.A mi me gusta el relato y el giro final, pero aún le habría dado otra vuelta de tuerca encontrando, el protagonista que él tambien estaba entre las necrológicas y je je que en realidad se habían encontrado los dos en el más allá.
ResponderEliminarMuy bueno Martín, muy bueno.
ResponderEliminarEl final explícito, pero qué, ya se intuía al ir avanzando el relato. Por qué tan triste? Por qué no hablaba? En la Odisea, cuando Odiseo bajó al Hades, para poderse comunicar con los muertos, tenía que dejar que ellos bebieran la sangre derramada del sacrificio. A lo mejor por eso ni una sola palabra después del saludo, porque no tenía nada que decir en su nueva condición de no-vivo. Digo yo, no sé.
ResponderEliminarMuy bueno, con su giro habitual en la última frase. Eres todo un referente, Martín. Enhorabuena por tu trabajo
ResponderEliminarauuch!!!... siempre me terminas dejando la piel erizada del susto, por mas que digo, no, no.. se trata de otra cosa, zaz!.. sucede lo inesperado.
ResponderEliminartu tinta tiene magia!
un beso
Muy buen relato, sin embargo, coincido con algunos comentarios en el sentido de que el final le resta fuerza. Pero muy bueno, se disfruta mucho este texto.
ResponderEliminarUn saludo.
Buena historia.
ResponderEliminarCoincido en que a veces la obsesión que tenemos por sorprender puede restar fuerza a un texto... quizá no le habría venido mal mayor libertad al lector para "elegir" su final.
Un saludo.
Excelente relato con final sobrenatural inesperado.
ResponderEliminarY nos deja con la interrogante acerca de si existe el sexo después de la muerte.
Salvando las distancias del final contundente, a veces he tenido esa sensación de despedirme para siempre, esa cuestión de maquillar un hasta siempre por un hasta luego.
ResponderEliminarSaludos
Esto parece autobombo pero esa no es la intención.
ResponderEliminarTerminé una serie de micros en blanco y negro en mi blog. Vaya aquí la invitación a iniciar una nueva saga a partir de los mismos elementos. Es una invitación a jugar.
http://unpocorara.blogspot.com/2010/04/que-me-contas.html
Para mí es un muy buen relato con un final correcto y dentro de tu estilo. Los que consideran que el final es predecible, creo que confunden la palabra, y deberían decir imaginable, pues tiene varias posibilidades, de las cuales tú escoges una.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca te había leído, salvo en el libro que compartimos de microrrelatos, pero creo que me voy hacer fiel seguidora a tus escritos, me encantan esos giros finales que nadie intuye. Un saludo compañero.
ResponderEliminarNunca te había leído, salvo en el libro que compartimos de microrrelatos, pero creo que me voy hacer fiel seguidora a tus escritos, me encantan esos giros finales que nadie intuye. Un saludo compañero.
ResponderEliminarRogelio, todas las opiniones son bienvenidas aquí (aunque eso no significa que las comparta). De todos modos, gracias por compartirlas, y por abrir el debate. Saludos
ResponderEliminarPablo, claro que sí! Por eso no entiendo a quienes dicen que el relato tiene un final sorpresa! Si toda la descripción del flaco lo muestra como lo que realmente es. Un abrazo
Baizabal, gracias por tu comentario. A mi me gustan mucho los finales con un giro inesperado. Me alegra ver que a vos también. Bienvenido al Living! Saludos
Reina, me alegra que te haya gustado. Una historia premonitoria, no? Gracias por tu comentario. Un beso
ResponderEliminarSil, coincidimos en eso. Aunque no todos mis relatos tienen un giro en el final (de hecho, pocos lo tienen) también me gusta encontrarlos cuando lo escriben los demás. Quizás por eso también me gustan tus versos. Gracias por tu comentario. Buena relación con Ghost. Un beso
Sol, me alegra que no lo sospecharas. Seguramente así lo disfrutaste mas. Un beso
Anadry, es que no siempre busco sorprender. Voy dejando pistas para que lo vayan viviendo, disfrutando de a poco. Me alegra que te gusto. Un beso
ResponderEliminarQuimera, ese si hubiera sido un final sorpresivo! Buena versión! Un beso
Ananda, me gustó tu versión de los hechos. Gracias por los aplausos. Un beso
Daniel, la palabra "necrológicas" fue la primera que surgió en este micro, que lo escribí de atrás para adelante. Un abrazo
ResponderEliminarMara-mara, me dió risa tu comentario. Aún puedes leerlo por Internet. Un beso
Luis, nunca es tarde para decir adiós a un querido amigo. Un abrazo
Netomancia, es cierto lo que decís acerca de la tristeza. Quizás eso lo invita a prolongar el recuerdo. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo
ResponderEliminarNo comments, no creo tener tal obsesión, aunque todo es cuestión de gustos. Conocés que en mis relatos intento probar de todo un poco. Saludos
Alex B, muy linda tu versión. Más triste aún, más negra, pero no por eso menos original. Un beso
Manuespada, muchas gracias! Me alegra que te gustara. Saludos
ResponderEliminarEdu4poet, bienvenido al Living. Coincido con tu comentario. Un final no puede ser explícito y sorpresivo a la vez. Cada cual lo lee como quiere. Saludos y gracias por comentar.
Sen, muchas gracias por tu comentario. Es muy elogioso saber que alguien puede considerarme un referente del género. Un abrazo
Carlos, compartís tu interrogante con nosotros y ahora me quedo con la duda. ¿Que te habrá hecho pensar en eso? De cualquier modo, gracias por opinar. Un abrazo
ResponderEliminarManu, me gusta que hayas puesto el foco en esa frase. Que feo es despedirse con esa sensación, no? Gracias por tu opinión. Saludos
Un poco rara, tomo tu invitación y me dejo llevar. Ya nos veremos por allí. Saludos