Pude ver la escena claramente. Fui un testigo preferencial de cada uno de los hechos que terminaron en el pavoroso asesinato de la mujer de cabellos rojizos. Recuerdo haberla visto llegar, caminando del brazo de aquel hombre calvo, bajo la sombra que producen los árboles de enfrente. Se la veía espléndida, gozosa, hasta que su compañero se alejó por la esquina, tras besarla calurosamente en los labios. La joven mostraba una sonrisa infinita, perfectamente combinada con el brillo de sus ojos. Pero su rostro mutó súbitamente, al ver llegar, a la carrera, al hombre corpulento de pelo oscuro que, con su dedo índice en alto, le hacía reproches, pedía explicaciones, la insultaba duramente. En un instante mínimo, aconteció la escena del crimen, el musculoso con el cuchillo brillante en su mano derecha, y el histérico grito de la mujer que se apagaba lentamente, como una radio a pilas cuando se queda sin energía. Pensé en socorrerla, a pesar de conocer el riesgo de convertirme en una víctima inocente, de esas que suelen aparecer en los titulares de los diarios, por involucrarse donde no corresponde. Sin embargo, me mantuve inmóvil y en silencio, observando, pasivamente, como su vida corta y alegre se apagaba frente a mí. Un vehículo policial está estacionado frente al cadáver solitario de la dama. Creo que buscan testigos, aunque me miran, sin preguntar nada. Juro que les contaría todo detalladamente, sólo si pudiera despegar mi cuerpo plástico y estático, de esta maldita vidriera.
La foto "El no te metas" es propiedad de Christian Pereira y se publica con autorización del autor, únicamente para su exhibición en este blog.
Mi queridisimo Martín¡¡¡
ResponderEliminarEste pequeño relato, muestra la manera de los actos que son acompañados por testigos silenciosos...
"si la pared hablara, quedariamos desnudos del alma... "
Un saludote... Chau¡¡¡
que bien capturada dejaste la historia en la imagen.. me gusto muchisimo!
ResponderEliminarlos maniquies.. asi se escribe?, bueno como sea, siempre me han causado cierto miedo,no confio en su sombra. =0s tal vez por supersticion, pero no y no.
un saludote!
¡Maldita sea! Se me ocurrió primero mirar la foto y después leer el texto. E intuí el final. ¡Maldita impaciencia! De todos modos, aunque quizás un poco previsible, el relato es bueno.
ResponderEliminarTe dejo uno mío de los viejo, también sobre testigos:
http://realidadesparalelos.blogspot.com/2009/05/retrato-robot.html
Un saludo.
Sorpresa en la última línea...
ResponderEliminarMe gustó.
:)
Muy bueno Martin, por la mitad pensaba que quizas el testigo era el arbol, afortunadamente yo no habia mirado la fotografia :P, un abrazo, muy bueno
ResponderEliminarEstá bien... aunque como comentó ya Víctor quizá debías esconder la fotografía que ilustra el relato.
ResponderEliminarY tal.
Voy a mirar detenidamente cada objeto, cada elemento que este a mi alrededor despues de este texto.... muy bueno Martin... un abrazo grande!
ResponderEliminarGran historia, me dejaste pensando en la cantidad de testigos que tienen cada uno de nuestros mas preciados secretos...
ResponderEliminarMe gustó tu forma de describir a la victima.
beso grande, buen finde!
Amigo Martín, maravilloso alegato contra los malos tratos. Un texto, por otra parte poético e intrigante en la búsqueda de un final que sorprende y deja un sabor amargo de impotencia en la boca.
ResponderEliminarMe sorprendiste una vez más.
Un saldo.
PD. Me uno a la causa.
Estupenda interpretación de lo que los maniquíes pueden haber advertido!...jejjeej...sorprendente final para un excelente y conciso relato.
ResponderEliminarBuen fin de semana!
Ohhhhhhh....
ResponderEliminary cómo no he llegado antes hasta aquí??
Leerte ha sido genial!
Gracias por dejarme pasar por tu blog... y volveré si me dejas...
Un saludazo!
Muy bueno Martín, me resultaba difícil imaginarme el final y saliste con una sorpresa estupenda. Y eso que vi la foto antes!
ResponderEliminarGenial, un abrazo!
Excelente relato,Martín.Perfecto, te diría...
ResponderEliminarF.
Muy bueno, en serio, me alegra haber encontrado este blog. No hay un estilo de cuentos cortos que me guste mas que este. ¿Te importaria pasarte a leer el último que he escrito? me gustaría conocer tu opinion
ResponderEliminarMuy bueno, en serio, me alegra haber encontrado este blog. No hay un estilo de cuentos cortos que me guste mas que este. ¿Te importaria pasarte a leer el último que he escrito? me gustaría conocer tu opinion
ResponderEliminarMe gusta mucho tu estilo.. ¿te lo había dicho ya? jajaja.
ResponderEliminarMuy bueno...
Deberías participar alguna vez en Comansi.
Un beso, carita.
Natacha
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarVoy de nuevo...ando errada...
ResponderEliminar----------------------------
Vos y tus finales sorpresa!!
Aunque haya visto todo, y muera de ganas por declarar el espantoso hecho, el abogado de la víctima no podrá citarlo como testigo... lástima che...hubiera sido una prueba irrefutable !!!!
GENIAL, Martín, una vez más.
Un beso enorme.
No hay secretos. Los testigos siempre existen. Aún cuando callen. Lindo cuento.
ResponderEliminarIsady, muy cierto tu comentario. Vivimos todos en un gran Hermano, sin saberlo. Gracias por tu comentario! Un beso
ResponderEliminarSonia, que interesante eso de desconfiar de la sombra de un maniquí. Hay algunos que son bastanta aterradores, por cierto! Gracias por tu comentario! Besos
Victor, tienes que aprender a calmar la ansiedad! Que lastima que no pudiste disfrutar el relato plenamente! Un abrazo
Orologiaio, que bueno que te haya gustado! Los finales sorpresivos en la última línea son mis favoritos! Saludos
ResponderEliminarCampanula, un árbol también puede ser un testigo silencioso, y tiene las mismas limitaciones que este maniquí. Gracias por tu comentario! Un beso
Citopensis, podría haber escondido la fotografía. El día que lo publique en papel, así será! Un abrazo
Lisandro, siempre hay que andar con cuidado. Nunca sabemos donde puede haber un voyeur. Gracias por tu comentario! Un abrazo
ResponderEliminarRomina, me alegra que te haya gustado. Estamos, como dije más arriba, en un gran Hermano gigante. Gracias por tu comentario. Un beso
Luis, siempre me sorprendes gratamente con tus comentarios tan generosos. Te agradezco enormemente. Me alegra que te haya gustado! Un abrazo grande
Lasosita, bienvenida al Living! Me alegra que hayas llegado hasta aquí y que te sientas a gusto! Espero que regreses pronto! Saludos
ResponderEliminarNetomancia, que bueno que a pesar de haber visto la foto, te hayas dejado llevar sorpresivamente hasta el final! Muchas gracias por tu comentario! Un abrazo
Felipe, enorme generosidad la tuya! Ojalá algún día pueda escribir el relato perfecto. Existirá? Muchas gracias! Un abrazo
Sen, me alegra que te sientas a gusto por aquí. Veo que compartimos el gusto por los cuentos cortísimos con final sorpresa! Espero no defraudarte en el futuro! Muchas gracias. Un abrazo
ResponderEliminarNatacha, no, no me lo habías dicho! Muchas gracias, me alegra que te guste! Un beso
ResponderEliminarSil, lo que nadie sabe es que dentro del maniquí se escondía una cámara de seguridad! Ahi si tendría la prueba!! Gracias por tu comentario! Un beso
Maru Luarca, bienvenida al Living! Coincido con lo que decís. Debemos andar siempre con cuidado, nunca sabemos quien nos esta mirando! Gracias por tu visita y tu comentario. Saludos
Lindo cuento. Inevitablemente me recuerda a este: http://estebandublin.blogspot.com/2009/03/heroe.html
ResponderEliminarAunque en el tuyo el lenguaje descriptivo es mucho mayor ya que tienes la intención de nombrar todo lo que ve el testigo silencioso. Está muy bueno.
Esteban, tenes razón, tiene alguna relación con tu cuento Héroe, por la estaticidad de su protagonista.
ResponderEliminarEn este caso, me pareció importante mostrar el conocimiento detallado de los hechos, que lo hubieran convertido en un inmejorable testigo. Gracias por tu comentario! Un abrazo
wow!!
ResponderEliminarun gran placer leerte!!!
abrazos:)
leoriginaldisaster, muchas gracias! Me alegra que te haya gustado el relato! El placer es mío, recibirte en el Living! Un abrazo grande
ResponderEliminarVenía sorprendiéndome. Riendo, suspirando, asintiendo con la cabeza, pensando, imaginando, como tantas y tantas veces. Y seguí bajando, y seguí leyendo. Pero al llegar a este, no puedo ya quedarme callada. Excelente!!! genial, y más y más. Que decirte, ya lo dije tantas veces. Pero es buenísimo lo que haces Martín. Y aunque casi sin tiempos, con los minutos contados, continúo pasando por aquí. Y siempre es la misma la sensación. No puedo retirame de acá sin sonreír.
ResponderEliminarCariños! (después de esta pausa, en los coments, no en la lectura).
Naty, me alegra que hayas regresado y que sigas sintiendo a gusto por aqui. Me alegra que mis pequeños textos puedan generarte esa cantidad de sensaciones. Gracias por tu generosísimo comentario y por tu sonrisa. Cariños!
ResponderEliminarJesús, no es que me guste la figura del maniquí. Simplemente es lo que me inspiró la foto. Me alegra que te haya gustado. Saludos
ResponderEliminarBien,bien .GOLAZO.nos jugaste a los espectadores como debe ser,ya hasta me estaba causando desprecio el cobarde que no se arriesgó por la muchacha,y te viste magistral con lo del maniquí siendo el narrador.
ResponderEliminarCarlos, me alegra que te haya gustado la idea y no haberte defraudado. Saludos
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