Mi abuelo Remigio encontró una extraña medalla oxidada, perdida en el fondo de un viejo cajón de gaseosas. Le sorprendió tanto el hallazgo, que decidió convertirla en su amuleto personal. Se encargó de limpiarla hasta sacarle brillo y luego la colgó de un clavito, sobre la puerta de acceso al patio de su casa. Cada fin de semana, previo al partido de fútbol de su querido Gimnasia, Remigio se paraba sobre una banqueta y besaba la medalla, para pedirle un resultado favorable. Si el equipo ganaba, era gracias al poder del amuleto, si no, era porque él no había sabido pedirle con suficientes ganas o porque algún fanático del equipo contrario, tenía un talismán aún más milagroso. Y así pasaron los años, alternando alegrías y decepciones, entre gritos de gol y llantos de tristeza, hasta el día de su muerte.
Esta tarde, Gimnasia tuvo que enfrentar un partido decisivo, en el que estaba en juego su permanencia en la categoría. Debía convertir tres goles más que su rival y necesitaba, para ello, una importante dosis de suerte. A medida que pasaban los minutos, la difícil misión parecía convertirse en imposible. Lamenté que Remigio no estuviera ahí, para besar la medalla que produjera el milagro. Pero en tiempo suplementario, cuando el descenso parecía ser una cruel realidad inevitable, la pelota cruzó la línea de gol del equipo contrario por tercera vez, y el estadio vibró de incontenible alegría. Por debajo de mi gorro azul y blanco, con la mirada nublada por las lágrimas, me pareció ver a Remigio sonriendo a un costado de la cancha, con la radio portátil en la oreja, besando la medallita.
Esta tarde, Gimnasia tuvo que enfrentar un partido decisivo, en el que estaba en juego su permanencia en la categoría. Debía convertir tres goles más que su rival y necesitaba, para ello, una importante dosis de suerte. A medida que pasaban los minutos, la difícil misión parecía convertirse en imposible. Lamenté que Remigio no estuviera ahí, para besar la medalla que produjera el milagro. Pero en tiempo suplementario, cuando el descenso parecía ser una cruel realidad inevitable, la pelota cruzó la línea de gol del equipo contrario por tercera vez, y el estadio vibró de incontenible alegría. Por debajo de mi gorro azul y blanco, con la mirada nublada por las lágrimas, me pareció ver a Remigio sonriendo a un costado de la cancha, con la radio portátil en la oreja, besando la medallita.
Tarde de fútbol,
ResponderEliminartriunfo y autobiografía...
Seguramente don Remigio estuvo hoy ahí...
Y seguro que estaba...
ResponderEliminarbonito recuerdo.
saludos
Sea o no verdad el poder del talismán, seguro que Remigio estuvo cerca del campo para animar al equipo y alegrarse con su victoria.
ResponderEliminarUn saludo indio
Si encuentras la medallita, Martín, envíamela, que este año quiero repetir el triplete y la temporada histórica de mi equipo.
ResponderEliminarSaludos lelos y força Barça!!!
Me imagino a Remigio con su Spika y la medallita brillando, entrando, con el tercer gol, al paraíso de los hinchas. Un abrazo Martín.
ResponderEliminarBonito, y cercano. Aquí en España también se es muy supersticioso en esto del fútbol
ResponderEliminarSaludos
sabelo!
ResponderEliminar:)
namaste/\
Pensaba escribir un comentario sobre la superstición y los hábitos de Remigio... cuando vi ese fondo negro del blog y la lista de blogs de la derecha que parece una escalera... y me acobardé.
ResponderEliminarOtro día lo intentaré. Debo revisar mi talismán.
Qué lindo es el fútbol.
ResponderEliminar¿Y ahora qué? ¿Hay tercer partido o cómo se define quién se queda en primera?
No me hagas caso. Ya vi que tu amado Gimnasia y Esgrima de la Plata se queda en Primera. Qué partido épico, mi hermano. Felicitaciones.
ResponderEliminarDesde ahora tu talismán es tu abuelo Remigio. Te va a traer suerte! Besos.
ResponderEliminarUn gusto leerte.. el fútbol.. muy bien logrado en tu escrito.
ResponderEliminarTe dejo mis saludos fraternos
Un abrazo con cariño
besos
Encierra el particular y maravilloso sentido que tiene el fútbol por estas tierras. Lo mejor y lo más puro (y nuestro) del fútbol ha sido retratado en tus palabras.
ResponderEliminarAh, y felicitaciones por la permanencia en la máxima categoría.
Abrazo grande.
Kutxi.
Excelente este relato maravilloso mezclado con lo que paso este domingo. en realidad mezclado no porque el escenario del relato es lo que paso con Gimanasia este domingo.
ResponderEliminarAl final del cuento se me llenaron los ojos de lágrimas cuando decis: "me pareció ver a Remigio sonriendo a un costado de la cancha, con la radio portátil en la oreja, besando la medallita."
Bonita anéctoda, bonito recuerdo...
ResponderEliminarSon los amuletos y los momentos precisos que nos ponen en el lugar del momento exacto del recuerdo perdido....
Saludos desde el futuro¡¡¡
Chau¡¡¡
Clara, no me cabe duda que fue así. Muchas gracias por tu comentario! Un beso
ResponderEliminarCalpurnia, si me pareció verlo! Saludos
No comments, el talisman sigue colgado en el mismo lugar de siempre. Ahora el amuleto es el recuerdo de Remigio! Un abrazo
Victor, si sos del Barca no creo que te haga falta. Suficiente amuleto tienen con su N°10! Un abrazo
José, sin duda en Argentina hemos importado esas tradiciones. Gracias por tu comentario. Saludos
Carina, gracias por confirmarmelo! Te mando un beso
Alejandro, gracias por vencer tus miedos y animarte a dejar el comentario! jaja Un abrazo
Esteban, gracias por las felicitaciones y por tomarte el trabajo de investigar! un abrazo
ResponderEliminarAdriana, coincido con eso. Justamente dije eso en una de mis respuestas mas arriba! Muchas gracias por tu comentario. Un beso
Adolfo, tenía ganas de escribir un cuento sobre fútbol, y la anécdota del fin de semana, fue una excelente excusa! Saludos
Kutxi, me alegra que te haya gustado. Muchas gracias por tu comentario y por las felicitaciones! Un abrazo
Carla, fue un domingo muy especial. Me ocurrió lo mismo que vos, pero cuando terminó el partido. Un beso
Isady, comparto tu opinión! Que sería del futbol sin los amuletos, y de nuestra vida sin esos recuerdos? Un beso
Unos ponen su fe en las religiones, otros en las cartas, alguno en la astronomía y aún quedan los que pensamos que cada objeto tiene su verdad escondida.
ResponderEliminarHermoso cuento.
PAZ
Felicitaciones entonces Martín, no sabía de tu pasion por el lobo. Entre lo milagroso y lo épico, lo miré por la tele y era para el infarto. Y hermoso el relato y ese homenaje al hincha que no está.
ResponderEliminarUn abrazo!
(se rumorea que rafaelino te van a hackear el sitio jaja)
Como son las cosas, de la gloria a la nada.
ResponderEliminarAyer crei q se m iba a caer el corazon, y si, la Crema se cortó.
Felicitaciones y besos Rafaelinos.
QUERIDO MARTIN ME LLENASTE DE RECUERDOS Y EMOCION. SABIAS QUE EL PROXIMO 25 PODRIA CUMPLIR 100 AÑOS NUESTRO AMADO REMIGIO? NO PODIA ESTAR MEJOR ESTE RECUERDO.
ResponderEliminarMirá que, aun sin compartir esa pasión por el deporte (específicamente éste), y muy por el contrario discutir y enojarme con mi padre por su fanatismo a mi enteder un tanto absurdo, lograste arrancarme una sonrisa con este relato. Muy bien logrado. Pues tiene tanto sentimiento, que cambiaste mi mirada, por un instante, sobre esta disciplina. Será también porque lo autobiográfico es más fuerte que cualquier ficción, en este caso.
ResponderEliminarCariños!
Luis, coincido plenamente con vos. Yo comparto con Remigio mi fe en esa medalla. Muchas gracias por tu comentario! Un abrazo
ResponderEliminarNetomancia, gracias por las felicitaciones no solo por el cuento, sino por el partido. Espero que hayas gritado el tercer gol tanto como yo. Te mando un abrazo tripero.
Andreita, gracias por dejar tu comentario, a pesar de todo. Estoy seguro que será la próxima. A batir la crema nuevamente! Un beso
Alicia, no había pensado lo del 25 y me emociona pensar que el Nono lo va a estar leyendo. Cuidame la medalla! Te mando un beso tripero
Natalia, es un relato de futbol, es cierto, pero coincido con vos que en este caso, lo autobiográfico sirve de condimento para muchas más emociones. Así es la vida! Un beso
Hermoso recuerdo!!! Yo tengo la suerte de ver la medallita seguido y creo q voy a empezar a pedirle mas deseos...(jajajajaj!)
ResponderEliminarPara lo del domingo no hay palabras que describan los momentos que se vivieron en la ciudad y en las casas de los triperos. Hasta Baba lloro, que ya conocemos sus antecedentes pinchas... Laura
Muy lindo y emotivo Martín, no sabía que también contabas realidades
ResponderEliminarVeo que ambos estamos concusando en la categoría Cultura del concurso 20 blogs, acabo de dejarte mi voto :)
Saludos!
Como nos hace sufrir el fútbol; a mi siempre me da risa cuando le preguntan a un futbolista, con ese ingenio que sólo tienen los periodistas deportivos: "¿contento con el triunfo?" y ellos responden, ¿Sí, gracias a dios se nos dio la victoria?
ResponderEliminar¿Quiere decir que el equipo contrario rezó menos, por eso dios les permitió ganar a ellos?
Salú pue.
Laura, creo que no hay cuento que pueda relatar las emociones vividas el domingo, que estoy seguro fueron capaces de contagiar incluso a quienes no son hinchas. Cuidame la medallita! Un beso
ResponderEliminarGalán, hay una sección autobiográficos. Cada tanto sumo alguna de mis vivencias. Gracias por tu voto! voy a devolvertelo en cuanto pueda! un abrazo
Johan, muy bueno tu comentario! Me hiciste reir con esa pregunta! Un abrazo
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