Refugiado en una cueva, el ermitaño logró sobrevivir al fin del Mundo. Cuando por fin paró la lluvia y bajaron las aguas, salió a pescar y recoger algunos frutos. Salvo por un silencio más profundo que de costumbre, no notó ninguna diferencia.
Este microrrelato participa en la propuesta "Un cuento antes del fin del Mundo".
Este microrrelato participa en la propuesta "Un cuento antes del fin del Mundo".
Y tampoco extrañaría nada...
ResponderEliminarSaludos de fin del mundo desde el aire
Excelente cuento, como siempre Martín.
ResponderEliminarCoincido con Rosa, para el nada cambió.
ResponderEliminarMuchas felicidades y un gran abrazo.
Entonces sólo se extingue la raza humana. ¡Ah , bueno! ¡Y yo preocupado!. Estupendísimo.
ResponderEliminarBuena idea, Martín, esa de meter un ermitaño en el fin del mundo. Abrazos internacionales.
ResponderEliminarY lo mejor (¿o lo peor?) es que nunca se enterará de que fue el fin del mundo. Nunca.
ResponderEliminarMe da mucha pena tu ermitaño, Martín. Pero me alegra que viva a su manera.
Un beso nacional ;)
¡Felices fiestas!
Jejeje, supongo que es lo que tiene ser ermitaño...
ResponderEliminarGracias Martín por haber participado :)
Saludos
Marina :)
Original y sí, claro que no notó ninguna diferencia, no la había para él.
ResponderEliminarBesitos
Sobrevivieron él y los peces :-)
ResponderEliminarsaludillos navideños
Excelente. La mejor forma de sobrevivir, solo.
ResponderEliminarSaludos
J.
Hola, Martín. El señor Miguel Díaz Mirón Keusch HA ROBADO tu microrrelato y le cambio el nombre en su blog "Conciencia transferible" ( A mí me robó tres microrrelatos!). Tiene "comentarios moderados y no acusa recibo del pedido que le hice para bajarlos de la página. Me avisó Sara Lew en facebook cuando comenté el episodio. Un descaro importante.
ResponderEliminarSaludos van, Martín.
Rosa, nadie puede extrañar lo que no conoce. El ermitaño la tiene fácil. Gracias por comentar. Un abrazo
ResponderEliminarAntonio, un honor tenerte por acá. Muchas gracias por pasar y comentar. Un fuerte abrazo
El moli, felicidades para vos también. Un abrazo
ResponderEliminarCyberghost, parece que solo es cuestión de descubrir donde vive el ermitaño, y volver a empezar. Saludos!
Víctor, me alegra que te haya gustado la idea y que hayamos sobrevivido al fin del Mundo. Abrazo internacional.
ResponderEliminarCaro, quizás si se entere. No se sabe si no existe otro ermitaño sobreviviente, y algún día se juntan a charlar. Gracias por comentar. Saludos!
Acuática, gracias a vos por haberme invitado. Fue un placer participar y recibir tu visita. Saludos!
ResponderEliminarElysa, esa es una de las pocas ventajas de ser ermitaño. Pero no creo que haya muchas más. Gracias por comentar. Saludos.
Puck, si. Imaginé una gran inundación. Y allí, los peces llevan las de ganar. Saludos!
ResponderEliminarJosé, esa es también una buena forma de morir, ya que nadie lo va a llorar. Gracias por tu comentario. Un abrazo
Sandra,
ResponderEliminarMuchas gracias por la advertencia. Ya contacté (sin éxito) al Sr. Ladrón. Ojalá lo hagamos reflexionar. Un saludo grande.
Gran exaltación de las glorias del ermitañato.
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