Ella escoge a sus víctimas en una discoteca del conurbano. Los atrae con un perfume dulce que les hace perder el juicio y enseguida los invita a conocer su casa. Allí disfruta del sabor de sus besos desmedidos, del roce con sus pieles transpiradas, de la tibieza de los fluidos y los resuellos sobre la almohada. Para el final, siempre tiene listo un champagne frío en la cocina, y un pozo abierto en el jardín del fondo del tamaño suficiente para sepultar sus huesos.
Buenísimo, me encantó
ResponderEliminarMuy fuerte tu relato Martín, al mejor estilo de Cortazar.
ResponderEliminarUn abrazo, me encanto.
Buena versión humana de una mantis religiosa. Me encantó Martín.
ResponderEliminarAbrazos!
Debe ser un gran jardín el suyo.
ResponderEliminarSaludos
REM
Jajaja, no sé, me gusta esa imagen de devoradora y ganadora también.
ResponderEliminarBesitos
Alimañas nocturnas. Me gustó tu cuento Martín.
ResponderEliminarSaludos
El champagne es lo más importante, siempre, para celebrar un buen momento.
ResponderEliminarSaludos
J.
¡Huevá buena! perdona la expresión, era lo que afloraba y valga la redundancia, a expresar.
ResponderEliminarSaluditos
Cami c:
Hay que dejar rastro cuando uno salga con extrañas.
ResponderEliminarPor lo menos sabrán localizar el cadáver.
jaja muy bueno!!
ResponderEliminarDigno discípulo de Kafka y Cortázar. Felicitaciones!
ResponderEliminarDigno discípulo de Kafka y Cortázar. Felicitaciones!
ResponderEliminar