La mujer hermosa llega, sin saberlo, hasta un hotel plagado de monstruos. El lugar se ve muy diferente al sitio acogedor que mostraban las borrosas fotografías del folleto. Sospecha que sucede algo raro cuando nota que el único ser viviente que le da la bienvenida es un gato tuerto que la observa desde un viejo sofá orejero. Mientras espera ser atendida, recorre la recepción con su mirada. Piensa que la decoración es absurda, que los azulejos de un muro no combinan con los de la pared contigua, que son extraños esos murales de palmeras y ríos que cubren las columnas, y que, en cambio, son geniales esos cuadros con imágenes de montaña incrustados casi a martillazos en las paredes. En el aire, percibe un olor desconocido, una mezcla entre humo de chimenea y moqueta húmeda.
Siente miedo, pero piensa que ya es demasiado tarde para marcharse, que a esa hora sería difícil conseguir otro hospedaje. Además, la estadía fue pagada con anticipación, y no está dispuesta a perder su dinero.
Entonces, vuelve a tocar la campanilla del mostrador. Pero nadie aparece. Los monstruos se han escondido detrás del mobiliario o las cortinas, a excepción de algunos pocos que gozan del don de la invisibilidad (y tienen la ventaja de poder acercarse). La observan en absoluto silencio, absortos ante la belleza de esa mujer tan delicada e interesante. Temen asustarla y que decida abandonar el lugar repentinamente. Por eso, le ruegan al brujo anciano que esgrima uno de sus trucos para hacerlos parecer seres humanos normales y corrientes, al menos por esa noche. El viejo los satisface.
Cuando los hombres hacen su entrada en la recepción, ella sonríe y se tranquiliza. Su estadía transcurrirá sin sobresaltos y la joven regresará a su casa a la mañana siguiente. En poco tiempo, ella habrá olvidado aquel sitio tan peculiar. En cambio, los monstruos sufrirán por su partida eternamente. Y jamás podrán volver a dormir.
Absolutamente delicioso.
ResponderEliminarLo que más me ha gustado es cómo, cuando los monstruos toman forma humana, la bella protagonista se tranquiliza, cuando debería haber sido al revés, que los humanos son mucho más peligrosos que los monstruos. Un abrazo.
Hermoso relato, esperaba algo tétrico pero fue casi idílico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hermoso, un cambio al paradigma tipico.
ResponderEliminarRaWwWwWR!!!!
Lo que más me gustó fue el remate.
ResponderEliminarSaludos
Me dan pena esos monstruos sufriendo eternamente por la partida de la huésped. Aquí es la belleza la que hace daño y no el miedo.
ResponderEliminarMe gustó leerlo.
Besitos
Nadie habla de las dificultades de la existencia de los monstruos, todos nos quedamos con el miedo. Pero ellos también son seres vivos, creo.
ResponderEliminarBrillante texto.
Saludos
J.
Quiero uno de tus libros, ¿dónde lo consigo? ¿Aceptas tarjeta de débito? ¿Y canje de 1x1 (uno tuyo por uno mío)?
ResponderEliminarSaludos
J.
Mar, muchísimas gracias. Me pareció muy interesante tu conclusión. Me gusta pensar que para los monstruos, los humanos son los peligrosos. Un beso
ResponderEliminarMoli, la escena prometía algo aterrador, pero parece que la protagonista pudo con ellos. Me alegra que te gustó. Un abrazo
Ichigo, bienvenida al Living. Qué distintas serían las cosas si existieran muchos más cambios de paradigmas. ¿No? Gracias por pasar. Saludos!
ResponderEliminarGi, intenté que el remate sorprendiera desde un lado diferente de la historia. Me alegra que te haya gustado. Gracias por pasar y comentar. Saludos!
Elysa, interesante comentario. Parece que el amor y el miedo pueden traer consecuencias similares. Gracias por escribir. Un abrazo
ResponderEliminarJosé, muchas gracias por tu comentario. Los monstruos también son seres sentimentales. Ellos asustan porque no le queda otra.
Respecto al libro, por favor escribeme a mi correo personal y combinamos la forma de que lo puedas tener. Muchas gracias por tu interés. Un abrazo
Y supongo también que desde su partida, el brujo anciano rebusca en sus textos mágicos respuestas... ¿Adónde retirarse después de la belleza?
ResponderEliminarMuchas gracias por publicarlo y compartirlo, Martín. Me encanta.
Abrazo monstruoso.
Maribel, bienvenida al Living! Por fin alguien piensa en el brujo. Pobrecito, él también extraña a la muchacha. Gracias por tu visita. Me alegra que te haya gustado. Un beso.
ResponderEliminarMuy bueno esa normalidad hotelera y lo onírico de sus responsables... un aplauso
ResponderEliminarGracias Eduardo. Bienvenido!
ResponderEliminarGenial
ResponderEliminarUn relato monstruosamente delicioso.
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