Cuando eran niños, su abuela los invitaba a cenar en su casa una vez a la semana. Los esperaba con milanesas con papas fritas, su plato favorito. Ella disfrutaba tener a todos sus nietos juntos al menos por un par de horas, y escuchar sus historias divertidas, que la hacían recordar su infancia tan lejana.
Aunque pasaron muchos años, sus nietos continúan con la tradición de reunirse semanalmente en la casa de su abuela. Ella ya no está para escuchar sus relatos, pero sus nietos la recuerdan siempre. Ella se ocupa de que, de alguna manera, nunca falten las milanesas con papas fritas servidas a la temperatura justa sobre la mesa del comedor.
Quizás derrape con el comentario, pero descarto al fantasma de la abuela para pensar que hay personas que jamás se van, y el rito de reunirse a una mesa con una comida que las recuerde, es sagrado.
ResponderEliminarMe encantó el micro.
Tengo mis razones muy personales para que me encante :D
Un beso, Martín.
SIL
Un deleite, el plato y el cuento jajajaj!!!!
ResponderEliminarBesitos y feliz primavera!!!!
=) HUMO
Precioso homenaje a aquellas personas que han ayudado a forjar los afectos, y que efectivamente nunca se van. Me gusta que, además de quedarse en la memoria, el relato exprese (de un modo potente pero sencillo) cómo se quedan también prendidos en los detalles cotidianos.
ResponderEliminarAbrazos.
Soy de las que creció en los almuerzos con la abuela luego de la escuela, el cafecito de la tarde y los cuentos infantiles.
ResponderEliminarBuenos momentos.
Saludos,
La tradición en su más alta acepción. Genial relato que amansa el corazon y crea ganas de vivir.
ResponderEliminarAbrazos
El amor nunca muere, esa quizá sea la respuesta. Muy bueno Martín.
ResponderEliminarUn abrazo.
Francisquito estaba seguro que hasta ahora nadie hacía las milanesas como la abuela. Por eso, sólo los domingos abría el frasco y liberaba por un rato al fantasma de la abuela para que hiciera lo suyo.
ResponderEliminarSaludos
Vaya abuela, quién la sorprende en la cocina se muere del susto. El legado de la unión familiar, sin duda su mayor logro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es que el amor de nuestras abuelas...tiene esos efectos.
ResponderEliminarMe gustó.
Besos!
Sil, creo que este micro adquiere mayor impacto si uno tiene experiencias personales para complementarlo. El micro pretende simbolizar a esas abuelas o abuelos que nunca se van, porque los tenemos siempre presentes en las pequeñas cosas. Me alegra que te haya gustado. Un beso y gracias.
ResponderEliminarHumo, qué bueno que te haya gustado la comida. Ya vendrá el postre. Gracias por pasar. Un beso
Susana, bienvenida al Living! Ese es justamente el mensaje oculto de este cuento, un pequeño homenaje a los que ya no están. Gracias por pasar, saludos
ResponderEliminarLoló, bienvenida al Living! Yo también soy de esos. La historia está inspirada en esos buenos momentos. Qué buenos tiempos. Un abrazo
Luis, gracias por tu comentario. Me alegra que haya llegado el mensaje. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarNetomancia, claro que no muere, menos el amor hacia los abuelos. Gracias amigazo! Un abrazo grande
Sandro, gracias por traernos tu pequeño micro en un comentario. Y gracias por pasar, siempre es un gusto tenerte por acá. Abrazo!
ResponderEliminarAlejo, es que todos ponen los ojos en las milanesas, y nadie nota su presencia. Un abrazo!
Con tinta violeta, claro que sí, y generalmente hacen unas comidas que ya no se ven más. Me alegra que te haya gustado. Saludos!
ResponderEliminarAcá en éste confín del mundo es más extraño ver una milanesa que algún platillo de extraño nombre en Pakistani o en hindú.
ResponderEliminarLas agrego a la lista de alimentos nostálgicos, como el chicharrón en salsa verde.
Carlos, pero si conocés lo que es una milanesa estoy seguro que sabrás valorar este cuento. Un abrazo
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