Sonrío, y el hombre del espejo también esboza una sonrisa. Acomodo mis cabellos con un peine de color azul, y observo que él se peina en idéntico modo, con el mismo adminículo. Me afeito y se afeita. Me perfumo y se perfuma. Lo miro y me mira. Imita a la perfección todos mis movimientos, mi vestimenta, mis gestos, y quizás también todos mis apetitos.
Esta sería sólo una situación simpática, si no fuera porque hoy voy a encontrarme con la mujer de mi vida. Sospecho que él está igualmente enamorado de ella y que, por tal motivo, replica todos los sucesos de la ceremonia previa, con el único objetivo de ocupar mi lugar en ese encuentro.
Lógicamente, harto de tantas emulaciones, comienzo a odiar a ese hombre. Pero noto que él también se encoleriza, como si pensara que el imitador soy yo. Sin poder evitarlo, nos trenzamos en una lucha a puñetazos, a pesar de que al soltar el primer golpe, nuestros nudillos colisionan duramente contra el vidrio. Nos duele, sangramos, y ambos perdemos la pelea por abandono.
Luego, salimos en tropel hacia la calle. Allí larga la carrera en la cual competimos por llegar en primer lugar a la cita con la mujer amada. Como premio, el vencedor podrá tener curadas sus heridas, gracias a la dulce suavidad de sus caricias.
No tengas miedo...seguro él sólo se encontrará con su reflejo! jejeje
ResponderEliminarAbrazos.
Los celos y el miedo a perder a la persona amada llevan a estas paranoias.
ResponderEliminarMe gustó Martín.
Un saludo indio
Excelente Martín, me pareció espectacular la idea. Los celos aquí quedan al ridículo. Un abrazo!
ResponderEliminarEstuvo bueno, Martín. Celos, espejos, todo muy recurente pero bien llevado a cabo. Por cierto: ¿falta mucho para que salga tu libro de micros? ¿Era en junio o en julio?
ResponderEliminarUn abrazo.
Si es que se nos va la olla que no veas...
ResponderEliminarBesito.
Un relato de excelente factura, muy en tu estilo, que convierte un tema, que parecía agostado en un retoño.
ResponderEliminarBesos nene,
Al margen de la anécdota romántica y el final tan dulce; me impactó la idea que ESPEJA este relato del enfrentamiento que tantas veces tenemos con nosotros mismos...
ResponderEliminarel golpe de los nudillos en el cristal y la sangre, y ese dolor, es una imagen de lo encarnizada que puede ser esa lucha interna.
Maravilloso, Martín.
Un beso enorme
SIL
¿Y si la amada se mirara en el espejo qué pasaría?
ResponderEliminarUn saludo.
Muy bueno Martín! Me encantan las historias de espejos.
ResponderEliminarCariños!
Me gusta la vuelta que le das al tema de los espejos. Normalmente en estos relatos intentamos sugerir que hay un mundo extraño al otro lado que apenas conseguimos percibir; y eso nos perturba. Tú, sin embargo, le das la vuelta y tras plantearnos un clásico relato de espejos y dobles nos dices, eh, tranquilos que el tío alucina; es celoso. Y lo haces con una palabra nada más: el título.
ResponderEliminarExcelente mecanismo que funciona con precisión.
Grande Martín.
Un abrazo
...cómo es que pueden ser más fuerte los celos que el amor??..., Deberíamos tener una mente más simple, no?
ResponderEliminarMe encantó, Martín !!
Beso gigante.
Ains que lindos cuentos haces :D
ResponderEliminarLas cosas que uno hace por amor...(y las que no hace)
ResponderEliminarMuy bello
Qué bueno... hace un tiempito vengo escribiendo una saga de minificciones llamada "La mujer que vive en mi espejo" la podés leer en mi blog si te interesa
ResponderEliminarhttp://reinadebuenosaires.blogspot.com/
o también en Trazando caminos...
http://trazandocaminos.blogspot.com/2010/06/la-mujer-que-vive-en-mi-espejo.html
Martín, ¿qué sería de ellos si no tuvieran ese cristal por el medio? Jamás encontrarían las dulces caricias que ella les hace llegar a cada lado de la realidad. Me preocupa.
ResponderEliminarBlogsaludos
Efectivamente has andado perdido.
ResponderEliminarCuidaTE mucho amigo.
Un abrazo y lindo día para vos.
:)
Pues no sé si me lo perdí, porque la idea me gusta mucho, pero el final me ha decepcionado de igual forma.
ResponderEliminarExcelente, simétrico, abierto, ...muy bueno.
ResponderEliminarCasi siempre nos encontramos en lucha permanente con la imgen que tenemos de nosotros mismos y la que se refleja en el espejo. Y luego está la que tienen los demás de una. Un conflicto de intereses subjetivos, como todo en la vida. Todos tienen su parte de razón sólo tienen que aprender a tolerarse. Un beso Martín.
Los celos pueden llegar a ser una de las formas de la locura, en este caso reflejada en el espejo.
ResponderEliminarUn placer leerte Martín, un tema difícil pero muy frecuente.
Besos para vos.
REM
No hay problema, seguramente, esa mujer también tiene una imitadora o es imitadora de alguien y hay suficiente para ambos! XD
ResponderEliminarNeogeminis, que difícil es enfrentarnos a nuestro propio reflejo a veces no? Gracias por tu comentario. Un beso
ResponderEliminarIndio, me alegra que te haya gustado. Justamente quise mostrar como esos celos que pueden ser enfermizos hacen peligrar una relación. Un abrazo
Neto, es cierto. Quise burlarme un poco de los celos y de la inseguridad de los enamorados. Me alegro que te haya gustado. Un abrazo
Víctor, intenté darle un enfoque novedoso a un tema bastante trillado. Me alegra que te haya gustado. Mi libro sale en Julio. Ya falta poco. Pronto les contaré novedades. Un abrazo
ResponderEliminarAnanda, ojos que no ven... un beso
Claudia, muchas gracias. Intenté darle un enfoque novedoso. Me alegra que te gustó. Saludos
Sil, esa es la simbología que pretendí mostrar. Cuantas veces nos miramos al espejo y nos quisieramos matar. Gracias por los elogios. Un beso
ResponderEliminarTorcuato, buena pregunta. Creo que en ese caso no habría nada porque celar. Habría una mujer para cada uno. Un abrazo
Sol, me alegro que te gustó. A mi también me gustan los espejos. Cada tanto, me meto con ellos. Un beso
Jesús, muchas gracias por tu comentario. Temía caer en ese lugar común que mencionás. Me alegra haber salido airoso. Saludos!
ResponderEliminarAnadry, creo que la intensidad de uno afecta necesariamente al otro. Lo que no me queda claro es cuál depende de cuál. Gracias por tu comentario. Un beso
Liz, me alegra que te haya gustado. Un beso
Gi, muchas gracias por tu comentario. Coincido con lo que decís. El amor es capaz de mover hasta lo inexplicable. Un beso
ResponderEliminarReina, que bueno que coincidamos en la temática. Ya mismo voy para allá a reflejarme. Un beso
Adivín, al final, visto de esa manera, el espejo termina siendo quién los salva. Un abrazo
Natalia, ya estoy de regreso! Gracias por el tecito. Nos seguimos leyendo. Un beso
ResponderEliminarEsteban, agradezco tu sinceridad. Le dí muchas vueltas al final, y creo que aún no encontré el indicado. Espero no decepcionarte con el próximo. Un abrazo
Isabel, muchas gracias por los elogios. Creo que tu análisis supera al relato y lo complementa a la perfección. Eso es justamente lo que quería transmitir. Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Un beso
Rembrandt, creo que los celos excesivos son una forma de locura. Eso es lo que transmite este relato, duro, pero tan real. Me alegra que te gustó. Un beso
ResponderEliminarQuimera, jaja ya lo han dicho por ahí. En ese caso, todos contentos! Saludos
Bueno Martín, me alegra haber cogido un camino que me haya llevado hasta aquí, estoy leyendo tus relatos, y tienen mucha calidad.
ResponderEliminarEn concreto, en éste, no es fácil crear algo sorpresivo cuando se tratan dos temas tan recurrentes en la literatura como lo son los celos y los espejos, pero tú has salido muy airoso de esta batalla. Felicidades.
Un abrazo mayúsculo