Aquel hombre tiene hábitos variados. El primero es el que viste, prolijamente cada mañana, para oficiar la misa. Otro, la lectura silenciosa de La Biblia en el salón de los rezos, suavemente perfumado con incienso y mirra. El último, para nada incompatible, el que adora practicar, sin compunciones, con la joven catequista.
Si la joven catequista esta de acuerdo...aunque supongo que permanecerán dos de sus hábitos y el tercero tenderá a desaparecer.
ResponderEliminarMuy bueno.
Debieran dejar lo del celibato ya los sacerdotes.
ResponderEliminarSe está a gustito en tu living, Martín, siempre paso un ratito.
Un beso,
ui! me olvidaba, me encanta el título.
ResponderEliminarEl no colgó el hábito, simplemente se lo subió un ratito ^^
ResponderEliminarUn abrazo, Martín (jajaja)
Estoy con Isabel en lo de que deberían dejar ya el celibato. No puede ser, tanta energía taponada.
ResponderEliminarUn abrazo, es un gusto leerte.
Estoy con Isabel en lo de que deberían dejar ya el celibato. No puede ser, tanta energía taponada.
ResponderEliminarUn abrazo, es un gusto leerte.
Tal vez un poquito predecible, Martín, por lo recurrente del tema. Bien escrito, sin embargo.
ResponderEliminarHe leido en varias opiniones que deberían dejar el celibato... y me pregunto... ¿Cuando lo han practicado? jajaja
ResponderEliminarParece un ser humano...
ResponderEliminar...en épocas muy lejanas, este cuento hubiera despertado fuertes críticas de la iglesia (como Institución)..., hoy es un cuento naif.
ResponderEliminarMuy bueno, Martín ;)
Beso gigante
Muy agradable retrato de la realidad.
ResponderEliminarY de aquellos 3 el último resulta demasiado placentero como para dejarlo fácilmente!
ResponderEliminar... que consiste en hablar del tiempo, claro.
ResponderEliminarY es que hay hábitos que son tan difíciles de dejar, jeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Parece que hay hábitos que se adquieren, otros que se abandonan y hasta aquellos que se arremangan.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Abrazos
El título es para enmarcar.
ResponderEliminarEn cuánto al relato, no creo que a esta altura, ambos protagonistas logren cambiar sus hábitos ...(ni quieran)
:)
Buenísimo, otra vez.
Un beso enorme, Martín.
creo que la forma de escribir este microrrelato es perfecta y se nota que has tenido mucho cuidado en su redacción. Y eso no se ve tan a menudo. has demostrado ser un claro dominador del género como de costumbre.
ResponderEliminar9
Hábito es lo que todos llevamos: hábito de caminar, hábito de leer, habito de hacérselo con la catequista,... Lo que no entiendo es llamar a la ropa hábito. El que lleva siempre traje no lo llama hábito. La que lleva siempre vestido tampoco le llama así. Lo único común del hábito con la otra ropa es la facilidad con que se quita.
ResponderEliminarBlogsaludos
jjejje...son hábitos los que se visten y otros "hábitos" los que en verdad identifican! jejeje
ResponderEliminarUn abrazo.
Buen relato, y es que ya lo dice el proverbio: el hábito no hace al monje.
ResponderEliminarQue asco!
ResponderEliminarNo lo soporto, es tanta inmunda hipocresia!
Besos Martín!
=) HUMO
Maria Jesús, seguro que la joven está de acuerdo. Por eso lo acompaña. Gracias por tu comentario. Saludos
ResponderEliminarIsabel, me alegra que te gustara el título. Veo que he cumplido con mi objetivo, generar el debate con un relato que considero inofensivo. Gracias por tirar la primera piedra. Un beso
Ananda, me hiciste reir. ja Saludos
ResponderEliminarGerardo, es divertido ver como la mayoría le da la misma interpretación a un relato lleno de inocencia. No sabemos cuál es el hábito que practican el cura y la catequista, pero si sabemos que lo hacen sin culparse y que no sería incompatible con el hábito que le toca vestir. El objetivo del relato era ese, jugar con el doble sentido de la palabra "hábito", que en este caso pueden ser muchos. Saludos
Esteban, no me queda claro qué es lo recurrente. Si te refieres al uso de palabras con doble sentido, puede ser. Pero en este caso, creo que lo que puede hacerlo recurrente es la mente pícara del lector. Un abrazo
ResponderEliminarGotzon, sin embargo se supone que lo deberían practicar. Un abrazo
Jesús, esa sonrisa final fue mi principal objetivo. Me alegra haberlo logrado. Saludos!
Noesperesnada, y casi casi que lo es. Saludos
ResponderEliminarAnadry, creo que es naif, es cierto, si pensamos que el hábito por ejemplo, puede ser ver juntos un documental sobre el Vaticano. Gracias por tu comentario. Un beso
Carlos, me alegra que te gustara. Un abrazo
Quimera, es probable que tengas razón. Siempre es más agradable un hábito de a dos. Un beso
ResponderEliminarOrologiaio, claro que sí. Todos los demás lectores son unos mal pensados!
Indio, los entiendo. Me pasa lo mismo. Saludos!
Jesus Esnaola, bienvenido! Me gustó mucho tu clasificación de los hábitos, y me hizo reir. Gracias por comentar. Un abrazo
ResponderEliminarVíctor, ahora que lo decís, creo que quizás hay algunas cosas que mejorar. Voy a tener en cuenta tus sugerencias, como siempre. Un abrazo
Sil, me alegra que te haya gustado el título. Creo que es muy acertado esta vez. Un beso
Daniel, que generoso tu comentario y tu calificación! Muchas gracias. Siempre intento escribir bien, a veces sale prolijo. Me alegra que esta vez haya sido así. Un abrazo
ResponderEliminarAdivín, me gustó mucho la reflexión y me dejás pensando. ¿Cuál habrá sido el origen de la palabra? Lo voy a investigar. Saludos
Neogeminis, es justamente como dice el título una "cuestión de hábitos". Saludos!
Fanático, bienvenido al Living! Si quieres enlazarte, será un placer. Gracias por tu visita. Saludos
ResponderEliminarCarlos Galeón, creo que el proverbio es acertado. Es más, estuve a punto de ponerlo como título, pero me pareció muy largo. Gracias por sumarte a los lectores que comentan y bienvenido al Living! Saludos
Humo, que cosa no soportas? La sotana, la lectura de La Biblia o a las catequistas? Me queda la duda. Saludos!
Un relato actual, en la medida que el velo se descorre y las mentiras se caen a pedazos, como los santos en las iglesias jaja.
ResponderEliminarUn abrazo Martín, impecable relato.
Gracias Neto. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo
ResponderEliminarEl cuento no está mal, aunque los comentarios que generan no me han gustado.
ResponderEliminarPrimero porque, como dice Martín, no necesariamente el 3er hábito es uno que no concuerde con la vocación del celibato.
Segundo, porque el celibato es una vocación, quien no desea mantenerla puede jugar un papel diferente como cristiano en lugar de ser cura.
Tercero, porque éste no es un relato de actualidad. En el mismo se nombra a la mirra, algo que dejó de usarse hace mucho tiempo en las iglesias.
Cuarto, porque en la práctica las faltas al celibato no son tan habituales. Hay algunas personas que no han logrado mantenerse célibes, pero no se puede generalizar. Con el mismo criterio los padres serían todos abusadores de sus hijos, los hijos ladrones de sus padres, los trabajadores todos vagos, y los ladrones... criticones, esos si, son criticones.
Saludos
Franco, en primer lugar, bienvenido al Living! Me alegró mucho recibir un comentario como el tuyo. Creo que tenés razón en gran parte de lo que decís. Por eso me ocupé de dejar el relato abierto a distintas posibilidades, que se imaginaran en la cabeza del lector. No intenté hacer una crítica del celibato ni de la Iglesia como institución, porque creo que este tampoco sería el ámbito para hacerlo. Por eso, creo que tu comentario aclara bien las cosas. Muchas gracias.
ResponderEliminarRespecto a lo de la mirra, no lo sabía, me enseñaste algo nuevo.
Espero que regreses pronto. Saludos
De acuerdo,hay que ser fiel a uno de los grandes efectos del micro relato,el cual es en sí incluyente de la interpretación del lector,y capaz de producir tan diversos comentarios,siempre como en un iceberg,queda a especulación la parte no vista.
ResponderEliminarPodría uno pensar por igual que éste cura añoraba con nostalgia aquellos hermosos días de Sodoma y Gomorra.
Crítico. Pero es que debe de ser muy difícil mantener el voto de castidad (yo no lo logro)... En todo caso, una catequista debe de ser mayor de edad ¿no? Si es así, sólo es un problema de confesarse.
ResponderEliminarMe gustó
Un beso
Carlos, exacto. Eso es lo que busqué con este micro, disparar la imaginación de los lectores. Cada cual, le pone el final que desee. Saludos
ResponderEliminarAlís, suponiendo que ese hábito que practiquen juntos afecte su voto de castidad (lo que no es seguro) supongo que se tratará de personas adultas, seguro que si. Me alegra que te gustara. Un beso