El hombre llegó al establecimiento a las ocho en punto y eligió una mesa pequeña ubicada en el fondo del bar. Desde allí, tendría un panorama completo del salón. Vestía una camisa blanca de mangas cortas y pantalón de jeans, llevaba el pelo oscuro perfectamente peinado y una computadora portable en su mano derecha. Ordenó al mesero una cerveza en lata bien fría y recorrió el bar con la mirada. La chica aún no había llegado.
Cinco minutos más tarde, ella ingresó al Bar Villarreal y ocupó una mesa pequeña junto al ventanal. Desde las mesas contiguas podía olerse el exquisito aroma de su afrodisíaco perfume francés, mezclado con el olor de los sándwiches tostados. Usaba un largo vestido negro sin demasiadas exhibiciones, una flor anaranjada decorando su peinado y un par de gruesos anteojos que le daban un estilo intelectual. Pidió al mozo un jugo de naranja, mientras encendía su computadora portátil, con conexión a Internet. Deseaba conversar con el joven que había conocido con el seudónimo El Oso, a través de un programa de conferencias de la red virtual.
El Oso se había interesado en la Mujer Maravilla desde el primer día, porque ella usaba como apodo el nombre de fantasía de la protagonista femenina de sus historietas favoritas.
“Mujer Maravilla ha iniciado sesión”, pudo leerse en la pantalla del Oso.
“Hola”, escribió el Oso, e instantáneamente pudo ver la cara de felicidad que se marcaba en el rostro de la mujer perfumada.
Habían intercambiado anécdotas, fotos, tristezas, confidencias y palabras dulces a través del ciberespacio, pero aún no se habían animado a conocerse. Sin embargo, esa tarde sólo los separaban unos pocos metros de distancia. El Oso estaba allí, observándola atentamente, desde la mesa del fondo del mismo bar que ella solía frecuentar. La había reconocido apenas la vio entrar al local, aunque ella no era parecida a la imagen de la foto digital. Había cambiado el color y el corte de su pelo, y eso la hacía lucir aún más atractiva.
Es ahora o nunca, pensó El Oso, y se acercó hasta la mesa de la mujer concentrada en la pantalla del monitor. No hicieron falta presentaciones ni excusas. La Mujer Maravilla sabía que él estaba allí por ella, y se alegró por su atrevimiento. Cruzaron sus miradas y sus sonrisas por primera vez y festejaron el encuentro con un tierno abrazo. Cómplices, sus computadoras personales se apagaron por el resto de la tarde. Desde entonces, el Oso y la Mujer Maravilla decidieron desaparecer de sus vidas para siempre, para dejar sus lugares a los sonrientes Marcelo y Catalina, que ahora se miran dulcemente a los ojos. Ellos se encuentran en aquel bar, todas las tardes a las ocho, para ocupar con besos, mimos y palabras de amor, los espacios que hasta entonces, ocupaban sus letras.
Cinco minutos más tarde, ella ingresó al Bar Villarreal y ocupó una mesa pequeña junto al ventanal. Desde las mesas contiguas podía olerse el exquisito aroma de su afrodisíaco perfume francés, mezclado con el olor de los sándwiches tostados. Usaba un largo vestido negro sin demasiadas exhibiciones, una flor anaranjada decorando su peinado y un par de gruesos anteojos que le daban un estilo intelectual. Pidió al mozo un jugo de naranja, mientras encendía su computadora portátil, con conexión a Internet. Deseaba conversar con el joven que había conocido con el seudónimo El Oso, a través de un programa de conferencias de la red virtual.
El Oso se había interesado en la Mujer Maravilla desde el primer día, porque ella usaba como apodo el nombre de fantasía de la protagonista femenina de sus historietas favoritas.
“Mujer Maravilla ha iniciado sesión”, pudo leerse en la pantalla del Oso.
“Hola”, escribió el Oso, e instantáneamente pudo ver la cara de felicidad que se marcaba en el rostro de la mujer perfumada.
Habían intercambiado anécdotas, fotos, tristezas, confidencias y palabras dulces a través del ciberespacio, pero aún no se habían animado a conocerse. Sin embargo, esa tarde sólo los separaban unos pocos metros de distancia. El Oso estaba allí, observándola atentamente, desde la mesa del fondo del mismo bar que ella solía frecuentar. La había reconocido apenas la vio entrar al local, aunque ella no era parecida a la imagen de la foto digital. Había cambiado el color y el corte de su pelo, y eso la hacía lucir aún más atractiva.
Es ahora o nunca, pensó El Oso, y se acercó hasta la mesa de la mujer concentrada en la pantalla del monitor. No hicieron falta presentaciones ni excusas. La Mujer Maravilla sabía que él estaba allí por ella, y se alegró por su atrevimiento. Cruzaron sus miradas y sus sonrisas por primera vez y festejaron el encuentro con un tierno abrazo. Cómplices, sus computadoras personales se apagaron por el resto de la tarde. Desde entonces, el Oso y la Mujer Maravilla decidieron desaparecer de sus vidas para siempre, para dejar sus lugares a los sonrientes Marcelo y Catalina, que ahora se miran dulcemente a los ojos. Ellos se encuentran en aquel bar, todas las tardes a las ocho, para ocupar con besos, mimos y palabras de amor, los espacios que hasta entonces, ocupaban sus letras.
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COMO SIEMPRE GENIAL TU ESCRITO,
QUE TENGAS UN BUEN VIERNES
ABRAZOS CHRISTIANNNNNNNNNN
Bien narrado, Martín. Buen ritmo, y un final que sin ser sorprendente (cosa que -seguro- no pretendías) cierra muy bien el relato.
ResponderEliminarSaludos lelos!!!
Un buen relato de los que son para tener en cuanta durante todo los dias... me gusto mucho... un abrazo!
ResponderEliminarUn final que sin dudas no es de Diminuta Importancia.
ResponderEliminar:)
Bellas letras, amigo lindo!
/\Namaste
Mundos virtuales y mundos reales...
ResponderEliminarque en teoría, son paralelos,
de pronto, en tu relato,
se volvieron perpendiculares ???
Y sí,un amor virtual,
sólo puede cambiar de forma
en el Bar VILLARREAL !!!!
Genial, una vez más.
Un beso enorme, Martín.
Qué bueno!!!...me estaba temiendo que no se sintieran atraídos en su realidad y quedaran enfrascados en la cárcel de la virtualidad!...me alegro por ese final feliz!
ResponderEliminarun abrazo!
Rompiendo el hielo de nuevo a escribir es un gusto volver a leerte.. espero que todo este bien..
ResponderEliminarUn abrazo
Con mis Saludos fraternos de siempre..
Bonita historia de amor... muy actual y adog a los tiempos de hoy...a muchos solo nos une el ciber espacio y dos ordenadores...
ResponderEliminarSaludos Martín ... Un abrazo...
Her moso cuento en el que una vez más el amor se realiza sin cortapisas.
ResponderEliminarEscribes que da gusto. Es un verdadero placer leerte desde el comienzo y hasta la última letra.
Mundo animal, me alegra que te haya gustado. Un abrazo
ResponderEliminarVíctor, es cierto, esta vez no pretendí sorprender. Creo que la historia de amor se puede intuir desde la primera línea. Es algo distinto a mi estilo, pero siempre esta bueno probar. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo
Lisandro, me alegra que te haya gustado. Creo que deja un pequeño mensaje: siempre es bueno animarse a más! Gracias por tu comentario! Un abrazo
Carina, querida amiga, coincido con vos. El final queda abierto, será intenso e infinito! Gracias por tu comentario! Un beso
ResponderEliminarSil, en el Bar Villarreal todo es posible. Incluso la perpendicularidad de las historias! Gracias por tu comentario. Me alegra que te haya gustado. Un beso
Neogeminis, yo también me alegro por eso. Que se hayan animado y fueran por más! Un abrazo
Adolfo, que bueno que hayas regresado por acá. Siempre es un gusto recibirte. Gracias por tus elogios. Un abrazo!
ResponderEliminarIsady, estoy seguro que hay millones de historias parecidas a esta. Por suerte, en este caso, la historia virtual se convirtió en real. Gracias por tu comentario. Un beso
Luis, me alegra que te gusten mis letras. Es un elogio enorme viniendo de vos. Muchas gracias, en serio! Un abrazo
Me encantan las historias que terminan bien... bueno, que comienzan bien... jeje.
ResponderEliminarUn beso, carita.
Natacha
Yo me enamoré por internet. Y el primer encuentro es así de mágico.
ResponderEliminarMe gustó mucho el cuento, y el blog! Creo que acá hay tantas ganas como talento ;)
Un beso
Natacha, todo final es el comienzo de algo, y viceversa! Gracias por tu comentario! Un beso
ResponderEliminarCeci, bienvenida al living! Que bueno que te haya gustado el cuento y mi blog! Espero que regreses pronto! No me caben dudas que el amor por Internet es posible y coincido con vos sobre el primer encuentro! Gracias por tu visita y tu comentario! Un beso
Alguna vez escribí un microrrelato acerca de una pareja que se amaba y se resolvía con que ella salía de la sala de chat. Me dijeron algo así como que es el amor en los tiempos del messenger, cosa que me pareció muy graciosa y pertinente.
ResponderEliminarLo mismo se aplica aquí, Martín, pero yo no precisamente estoy para eso. Sino para comentarte que este cuento, aparte de extenderse más de lo que frecuentemente haces, no justifica en realidad el alargamiento independientemente de que tu intención sea entrar en los detalles de los protagonistas. Basta hacer una mínima comparación con tus otros cuentos para ver claramente cómo descuidaste el lenguaje haciendo un cuento que parece escrito de afán. Y más allá de que no allá un final distinto, yo diría que tampoco hay una intención que vaya más lejos de lo que el lector llega.
Espero puedas entender esta crítica de la manera fraterna en que te la hago. Recibe un abrazo.
Martin!!
ResponderEliminarQue linda historia!!
Muy bueno tu blog, me gusta mucho como narrás, seguí asi!!
Te sigo:)..Un Abrazo
Agustina
Esteban, te agradezco tu crítica. Se que la hacés siempre con buenas intenciones. En realidad, creo que tenés razón en algunas de las cosas que decis. Este relato lo escribí hace ya algún tiempo, es probable que mi estilo haya cambiado algo desde entonces. Es una historia sencilla y sin demasiadas pretensiones, algo distinto, que tambien me gusta probar. Un abrazo
ResponderEliminarAgustina, bienvenida al living! Me alegra que te guste mi espacio y en especial esta historia! Espero que regreses pronto. Muchas gracias por tu visita y por tu comentario. Un abrazo
Hola Martín.Dejaste tu rastro en Brisa y me trajo a tu living de letras( y no es la primera vez que te visito...)
ResponderEliminarMe gustan tus escritos.
Un abrazo.
(Aprovecho esta oportunidad, también para resaltar a Esteban D.
A menudo leemos blogs rellenos de comentarios halagadores;que bueno contar con amigos que busquen la perfección del escritor. Saludos cordiales.
Maria Fabiana, muchas gracias por tu visita y tu comentario. Me alegra que te guste mi living. Espero que la brisa te traiga por aquí más seguido! Saludos!
ResponderEliminaruuff... cuantas Mujeres Maravillas y Osos me vienen a la mente, haciendo chonguitos con los dedos para hacer realidad su historia.
ResponderEliminarExcelente MArtin, como siempre!.
un abrazote
Martín, es una muy buena historia! Me toca de cerca, y al caer los nicks, quedan los nombres a secas y las palabras dejan lugar a los hechos. A veces uno desearía volver a las palabras, donde todo es más fácil, pero sería perder lo otro, que es tan bello, tan real.
ResponderEliminarUn abrazo!
Amigo, muy bueno. Pasé a echar un ratito de lectura y como siempre me voy encatado. Pasa un buen fin de semana.
ResponderEliminarSaludos y un abrazo!
Q valientes y afortunados!!
ResponderEliminarSaludos de la chica on line.
Un buen relato, como los buenos relatos. Hay una narración con buen ritmo y adecuado tono, hay una historia mínima y enorme, hay un cierre que hace honor a lo precedente.
ResponderEliminarMe gustó.
Un abrazo grande,
Kutxi.
Me encantan las historias con finales felices , bien por Marcelo y Catalina que se atrevieron a dar ese paso de la virtualidad a lo real.
ResponderEliminarBesos y que estés muy bien.
Sonia, coincido con vos es que es una historia más común de lo que parece. Muchas gracias por tu comentario! Un beso
ResponderEliminarNetomancia, que bueno que te sientas identificado con esta historia. Esperemos que siga! Gracias! Un abrazo
Hiperión, muchas gracias por tu comentario tan generoso. Espero que tengas vos también un buen fin de semana. Un abrazo
Isabel, gracias a esa valentía, pudieron disfrutar! Un beso
ResponderEliminarKutxi, que bueno que te haya gustado. Muchas gracias por tantos elogios. Saludos!
Rembrandt, me alegra que este relato sea de tu agrado. Esperemos que Marcelo y Catalina esten juntos por mucho tiempo! Muchas gracias por tu comentario. Un beso
Me encanta leer algo, que logre hacer que lo imagine como si lo estuviese viendo frente a mis ojos!
ResponderEliminarSaludos!
Solecito!
Solecito, bienvenida al living! Me alegra que te haya gustado este relato y que hayas podido visualizar todas las imágenes! Gracias por tu comentario y por seguirme! Saludos
ResponderEliminarQué lindo!! Me vi ahí. A mi ex también lo conocí así y el primer encuentro, como ya dijeron, fue mágico, y más mágico mientras iba creciendo el número de encuentros.
ResponderEliminarQue por qué es mi ex entonces? Porque la magia no dura para siempre...
Bays, que bueno que hayas podido sentirte identificada! Muchas relaciones empiezan así en esta nueva era, esperemos que la magia dure más en otros casos! Gracias por tu comentario. Un beso
ResponderEliminarUy! Este relato me recuerda una historia similiar ... pero con diferente final.
ResponderEliminarUn abrazo,
Clara, ahora me queda la duda si el final fue mejor o peor! gracias por tu comentario! Un beso
ResponderEliminarMe encantó. Simple. Le diría dulce, pero a lo mejor le ofende. Así que dejémoslo en un mariposilla de colores que se salió en medio de la red y me hizo sonreír.
ResponderEliminarMe sorprendió la simpleza del relato, ademas de ser romántico es previsible. Sobre todo muy actual.
ResponderEliminarUn abrazo.