Cuando Juan era apenas un niño, su madre lo asustaba con el Hombre de la bolsa.
- Si no comés, te va a llevar - le decía.
- Pero no me gusta la remolacha, mamá.
- A él no le importa si te gusta o no, si no dejás el plato vacío, te mete en su bolsa de arpillera y no me ves más - amenazaba.
¡Pobre Juan! Voy a tener que avisarle que solo se trataba de una técnica maternal basada en un antiguo mito. A los cincuenta y cuatro años, todavía sale corriendo por la calle, cada vez que se cruza con un pordiosero.
- Si no comés, te va a llevar - le decía.
- Pero no me gusta la remolacha, mamá.
- A él no le importa si te gusta o no, si no dejás el plato vacío, te mete en su bolsa de arpillera y no me ves más - amenazaba.
¡Pobre Juan! Voy a tener que avisarle que solo se trataba de una técnica maternal basada en un antiguo mito. A los cincuenta y cuatro años, todavía sale corriendo por la calle, cada vez que se cruza con un pordiosero.
jajajaja!!!!!!!
ResponderEliminarFalta de autoridad, amor !!
Mirá Martín, yo siempre aposté al bife con mis peques, será más violento, pero por lo menos no arrastrarán traumas crónicos..
BESOS DE LIVING.
jajajaja.
ResponderEliminarMuy bueno... pobre, quedo traumado!
"y no me ves más - amenazaba"
ResponderEliminarcon una madre asi Juan seguramente habra deseado, mas de una vez, que venga el hombre de la bolsa...
:)
Saludos, gente!
Buena historia, Martín. Y otra cosa, muchas madres no prestan la suficiente atención a ese tipo de amenazas que consideran justificada en atención al fin. Pero causan traumas, como lo cuenta tu historia. Un abrazo.
ResponderEliminarjajajaja
ResponderEliminarPobre, a esa edad y todavia sale corriendo.
Besos.
Sil, estoy seguro que el bife es mucho mas rico que la remolacha! jaja Un beso
ResponderEliminarCarla, bienvenida al living. Te agradezco tu visita y tu comentario, y dejo las puertas abiertas para que regreses cuando quieras. Saludos
Carina, O quizás el hombre de la Bolsa debió llevarsela a ella. Saludos
Alejandro, muchas gracias. Coincido con tu comentario. A esas madres, les dedico este cuento reflexivo. Un abrazo
Cecy, evidentemente todavía lleva a un niño en un rincón del corazón. Besos
Cómo no es real???? mmm ups...
ResponderEliminarMe hiciste sonreri... gracias.
Pasa por mi blog, dime que opinas.
Besos
Adela
Adela, bienvenida al living. Me alegra haber logrado esa sonrisa. Voy a dar una vuelta por tu blog y te cuento. Un beso y gracias
ResponderEliminarMe gustó mucho este, Martín. Buenísimo el final. :)
ResponderEliminarAngela, muchas gracias. Me alegra que te haya gustado. Saludos
ResponderEliminarCuánto daño causa en los niños ese tipo de personajes, con tal de que coman y se porten bien.
ResponderEliminarUy, alguna vez dije algo así a algún niño... (me remuerde la conciencia). Afortunadamente no me creyó
Una duda don Martín, el hombre de la bolsa no es Papá Noel? No me confunda eh, que voy a tener que pedir explicaciones a mamá.
ResponderEliminar(psss, ojo con los bifes de Doña Sil, no creo que sean los que se acompañan con ensalada...)
Sin duda ese no es el Juan del cuento de "Juan sin miedo"; y no me extraña... yo también saldría corriendo!!
ResponderEliminarJa ja ja ja ja ja ja ja.
ResponderEliminarA mi me pasaba lo mismo pero con las judias verdes. No puedo verlas ni en pintura.
Y me obligaban a comermelas. Menos mal que yo lo descubri antes
Un besito muy fuerteeeee.
jajaajjaajajajjajajaja..
ResponderEliminarera mi abuelo el que me lo decía a mí...
en fin. algunos traumas no son malos del todo, si nos traen buenos recuerdos..
besitooos!
Pobre Juan, ya está un poco grandecito para seguir creyendo en lo que dice su madre, no??
ResponderEliminarMuy bueno el relato, y mas real de lo que parece!
Nancy, esto se da en varios ámbitos de la vida también (lamentablemente). Saludos
ResponderEliminarNetomancia, este hombre de la bolsa no trae regalos, se los lleva. Un abrazo
Mara-mara, no corras! Es solo ficción. Saludos
Ana, menos mal que te enteraste a tiempo. Un beso
Juls, si mis abuelas también lo usaban, hasta que un día me planté y les dije: "que venga, lo estoy esperando". jajaja Un beso
Adri, totalmente de acuerdo con vos. Hay mucha gente con traumas de su infancia. Gracias por tu visita. Un beso
Ah!!! la verdad de la remolacha es esta!!! Gracias Martín por avisarme.
ResponderEliminarSaludos,
Juan
Besos rojos,
HR
Juan, nunca es tarde para conocer la verdad. Saludos
ResponderEliminarAsí y aún peor fue (¿sigue siendo?) aquella época en la que las madres (los padres trabajaban) (je, je, je) no encontraban otro sistema más acertado que el miedo para lograr que sus hijos comiesen.
ResponderEliminar¿Que diría hoy el Defensor del Menor si visitara muchos comedores de muchas casas en cualquier provincia (¿lugar del mundo?) sobre los malos tratos psicológicos a los menores?
Tremendo modo de educar.
Luis, Estoy totalmente de acuerdo von vos. El defensor del menor estaría escandalizado! Gracias por tu visita y tu comentario. Saludos
ResponderEliminarOh cielos!el hombre del saco...probablemente él tendría más miedo de los niños de hoy en día!
ResponderEliminarSaludos de la chica.
Isabel, es cierto lo que decís. Los niños hoy ya no se asustan con esas cosas! Saludos
ResponderEliminarJajajaja, y más. Buenísimo. Me trasladaste a mi infancia, también tenía le pánico, pero en mi casa no era un señor cualquiera, sino mi papá, que les hacía esto a mis hermanos, como una especie de piruetas. Los ponía al hombro como "bolsa de papa". A todos, menos a mí,que siempre lograba escaparme, porque moría de miedo, era bastante cagona. ¿Era? jajaja.
ResponderEliminarBesos asustadizos.
Naty, que bueno que hayas podido conocer al hombre de la bolsa y escapar de él. Gracias por tomarte el trabajo de leer todos los cuentos. Me alegro que te gusten. Un beso
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