Atravesó frenéticamente el corazón de su amado con el cuchillo recién afilado y sintió un breve y repentino alivio. Ella no estaba acostumbrada a no poder controlar sus pensamientos y todo tiene un límite. Tras un largo análisis, juzgó que esa era la mejor manera de acabar con el problema que le generaba esa maldita costumbre de pasar el día entero pensando en quién ahora yacía en sus brazos envuelto en un líquido cálido y rojizo.
Abandonó el cuerpo y salió corriendo con destino incierto. Debía irse lejos, adonde nada ni nadie le trajera sus recuerdos, para poder sentarse sola, en algún lugar tranquilo, a conmemorar en silencio cada una de las simples cosas que hacían y que aún hacen, que sufra el día entero pensando únicamente en él.
Abandonó el cuerpo y salió corriendo con destino incierto. Debía irse lejos, adonde nada ni nadie le trajera sus recuerdos, para poder sentarse sola, en algún lugar tranquilo, a conmemorar en silencio cada una de las simples cosas que hacían y que aún hacen, que sufra el día entero pensando únicamente en él.
De los cuentos que me gustan. Desconozco si te has cruzado con algún libro de Clarice Lispector, tiene algunos puntos de contacto. Pato
ResponderEliminarNo leí a Clarice pero voy a investigar. Gracias Pato por entrar y espero que vuelvas.
ResponderEliminarSaludos
No cabe duda de que hay amores que matan, y este es un buen ejemplo!
ResponderEliminarSer demasiado posesivo en el amor puede terminar asesinando lo que mas amas.
Besos
mara-mara, eso es justamente lo que el cuento quiere relatar! Gracias por comentar este también! Un beso
ResponderEliminarAyer caí en este blog de casualidad, me está gustando! Leyendo de los más viejos a los más nuevos, este cortísimo me gustó particularmente. Abrazo!
ResponderEliminarIgnatius, bienvenido al living! Es un placer recibirte por aquí. Espero no defraudarte a medida que sigas leyendo. Un saludo
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