Una
multitud camina por las calles de la gran ciudad. Hombres y mujeres avanzan con
pasos veloces, de manera desordenada, tratando de no chocarse entre sí,
esquivando con audacia los baches y los vehículos que pasan en rojo.
Mientras
tanto, desde la terraza de un rascacielos, alguien observa la escena
con un arma entre sus manos. Examina individualmente a los caminantes, intentando
adivinar a qué se dedican, cuáles son sus gustos y necesidades, si tendrán
familia. Busca con dedicación a cada una de sus futuras víctimas escondidas
entre la muchedumbre. Por costumbre, prefiere a los sujetos que muestran mayor infelicidad.
Nunca elije niños y, salvo escasas excepciones, tampoco ancianos.
Cuando los
tiene en la mira, dispara el arma repetidamente. Dos personas se detienen como
consecuencia del impacto, pero por error una de ellas no coincide con las
elegidas. Una vez más, no hay marcha atrás, el daño está hecho. Pero no le importa. Sabe que, de todos modos, da lo mismo.
Es imposible acertar todos los
tiros si el blanco se mueve con tanta prisa, se justifica Cupido, mientras
prepara otra flecha.
Cuantas veces se habrá equivocado, pero si no se equivoca el, lo hacemos nosotros.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un abrazo
Me gustó este micro tuyo Martín. Todo conducía hacia otro lado y al final, era Cupido el francotirador. Eso sí, estoy de acuerdo, suele fallar, jejeje
ResponderEliminarUn saludo indio
Mitakuye oyasin
Un micro con un pulso narrativo excelente, Martín, en el que nos preparas para sufrir y logras que sonriamos.
ResponderEliminarBrillante la intesidad de efecto conseguida.
Un saludo,
Divertido, después de toda la descripción de la preparación y esperando la tragedia resulta que es el dichoso Cupido. Me gustó mucho.
ResponderEliminarBesitos
Que bien te quedas al final, cuando respiras imaginando al orondo angelote de alas blancas! Muy bueno Martín!
ResponderEliminarPues a mí, siempre me ha parecido Cupido muy peligroso. Ahora ya sé el porqué. Un francotirador es un francotirador, aunque sea de amor. Esa finta del final deja con la boca abierta. Un abrazo.
ResponderEliminarEl moli, es evidente que con el tiempo Cupido se ha ido aburriendo de su trabajo. Por eso, cada vez se equivoca más seguido. Me alegra que te haya gustado. Un abrazo
ResponderEliminarDavid, indio querido, qué gusto verte de nuevo por acá. ¿Qué es Cupido sino un francotirador? Las flechas también duelen, sobre todo si no dan en el blanco. Qué bueno que te gustó. Muchas gracias. Un abrazo
Pedro, venía dandole vueltas a esta historia hace semanas. Me alegra haber conseguido ese efecto en la versión que quedó. Muchas gracias por tu comentario tan generoso. Un abrazo
ResponderEliminarElysa, muchas gracias. Me alegra que te haya gustado. Y si te divertiste, mucho más. Saludos!
Con tinta violeta, imagino que el ángelito crecerá algún día. Y quizás si se va a convertir en un francotirador de los malos. Y con esa puntería, Dios nos libre! Gracias por tu comentario. Un beso
ResponderEliminarMar, coincido plenamente con tu opinión sobre Cupido. Esa es la historia que cuenta este micro. Hay que andar con cuidado entonces. Muchas gracias por comentar. Saludos!
y qué? errar nos hace aprender.
ResponderEliminarMuy buena tu escritura, clara, esencial... y efectiva.. mi admiración
ResponderEliminar.::|µ¢¥ƒeR::.. Estoy de acuerdo. Cada vez, fallará menos. Saludos!
ResponderEliminarEduardo, muchas gracias por tu generoso comentario. Saludos.
Upa! Qué acierto mostrar a Cupido como un francotirador que se equivoca seguido.
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