jueves, 2 de abril de 2009

Un show privado

Esa noche Gustavo abrió la puerta de su departamento con la alegre cara de alivio de quién regresa a casa después de un largo pero exitoso día en la oficina. Se quitó el saco y lo ubicó prolijamente en el respaldo de una de las sillas del comedor. Tomó el control remoto del equipo de audio y puso a sonar el primer tema de un disco de Village People. A pesar de haber sido una jornada difícil, había logrado cerrar aquel negocio que lo mantenía con insomnio desde hacía semanas. Necesitaba darse un baño relajante bien caliente, fumar su habano cubano preferido y servirse un whisky escocés con mucho hielo. Susana había salido a cenar con unas amigas y eso significaba que podía cumplir con su deseado programa sin interrupciones.
Soltó el ajustado botón del cuello de su camisa y se vio reflejado en la negra pantalla del televisor. Se sintió un modelo televisivo y sonrió. La música sonaba fuerte y lo invitaba a iniciar su show. Se quitó la corbata, luego la camisa. Se sentó en una silla frente al aparato y aflojó sus zapatos para revolearlos sensualmente con una torpe patada aérea. Se puso de pie con un salto atlético y continuó bailando frente a la pantalla apagada como si estuviese ante una cámara de video encendida que buscaba inmortalizarlo. Sus pantalones tocaron el piso y se divirtió al ver su imagen reflejada moviendo las caderas en calzoncillos y con las medias puestas. Se desnudó completamente justo en el mismo momento en que la canción tocaba su acorde final y festejó la culminación de su función privada con un alarido guerrero al estilo Tarzán. Se aplaudió a sí mismo mientras paseaba su flácida humanidad por el largo camino hasta la bañera donde iniciaría la ansiada inmersión.
En ningún momento notó que una presencia había observado el patético espectáculo desde el lavadero, pero lo sospechó una hora más tarde, cuando la voz llorosa de Susana le comunicó en su teléfono celular la terrible noticia que acababa de renunciar la mucama.

18 comentarios:

  1. Muy bueno el relato, da gusto venir a leerte. Sólo una cosa: ¿No renunciaría la criada por la música más que por el streptease?, jajaja.

    Un saludo.

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  2. Sonrío. Buen relato, Martín.
    Cuando afloran esas vidas privadas, esos fantasmas reprimidos que todo el mundo llevamos dentro, las consecuencias pueden ser de lo más dispares.

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  3. Marido de la portera, yo creo que fue por ambas cosas. La elección de la canción no fue casual.

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  4. Raúl,coincido con lo que decís, aunque en este caso parece que las consecuencias fueron demasiado graves para una tontería. Saludos

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  5. jajajaj...muy bueno el relato!...me imagino el espectáculo lamentable del pobre tipo bailando sin prejuicios frente al televisor, sin imaginarse que tenía público!!!jajjaja...por eso yo siempre me mantengo digna aún cuando estoy sola en el baño, ajjajaaj


    saludos!
    Es un gusto pasar al eer tus cosas.
    Nos vemos!

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  6. Neogeminis, me parece bien que mantengas la compostura aun en la intimidad. Así uno se evita problemas como el del cuento. Gracias por tus comentarios. Espero que vuelvas. Nos seguimos leyendo. Saludos

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  7. Jajajaja, vaya mucama. O que se vaya la mucama.

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  8. Resultó ser una ingrata... jaja

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  9. Juaasss... buenísimo!
    Estas son las cosas que uno hace cuando se relaja después de mucha tensión. A mí se me dá por cantar a viva voz mientras limpio (hasta que lleguen los vecinos!)
    Saludos!

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  10. Gracias Claudia. Me alegra que te haya gustado. Nos seguimos leyendo. Saludos

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  11. Muy bueno, esa liberación ajena al ridículo, esa mucama azorada y asustada.

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  12. Hiperbreves, veo que lograste captar el mensaje esperado. Muchas gracias por tu visita

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  13. Felicidades por el blog, poco a poco uno encuentra este tipo de blog, que vale la pena leer.

    Salú pue.

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  14. Johan, Muchas gracias. Espero que regreses entonces. Saludos

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  15. jajajaja, vaya susto se dió la mucama, eh, muy bueno!!

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  16. Gracias Noelia. Me alegro que te haya gustado. Saludos

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  17. Una explosión de alegría.Magnífico relato incluída la esposa dramática y la sirvienta anti heroína negada del sentido del humor.

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  18. Carlos, puede ocurrir en cualquier hogar, quizás sin darnos cuenta. Un abrazo

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