Mientras recorría la feria artesanal de mi barrio, un vendedor ambulante se acercó para ofrecerme la máquina de la felicidad. Aseguraba que el adquirente sería poseedor de un bienestar inigualable y podría hacer realidad cada uno de sus sueños y proyectos. Con la ayuda del artilugio ofrecido, el comprador lograría obtener la posición laboral deseada, conquistar a la dama más hermosa del vecindario o adquirir el dinero suficiente para comprar todos los bienes materiales que garantizaran una absoluta placidez. Era promocionada como la lámpara de Aladino del nuevo siglo, con instrucciones claras y sencillas para su funcionamiento.
- El deseo se transmite a través de un pequeño teclado alfanumérico y, una vez procesado, el artefacto se encarga de hacerlo realidad. Así de fácil, sin necesidad de genios ni dioses milagrosos - explicaba el oferente.
Tanta felicidad por sólo cien pesos me pareció sospechoso. Pensé que si el aparato realmente cumplía con las fantásticas cualidades prometidas por el humilde comerciante, éste lo hubiera utilizado en sí mismo y no tendría necesidad de venderlo. En tono de broma y utilizando las palabras justas para no ofenderlo, decidí confesarle al mercader mis desconfiados pensamientos.
- Usted no entiende nada - me dijo - Yo no necesito máquinas milagrosas para ser feliz.
Sin darme oportunidad de responderle, el vendedor mostró una amplia sonrisa, frotó sus manos de manera desafiante y, prescindiendo del teclado, se evaporó mágicamente en forma de aura, junto con la máquina maravillosa y cada uno de los deseos que, a través de ella, yo hubiera logrado cumplir.
- El deseo se transmite a través de un pequeño teclado alfanumérico y, una vez procesado, el artefacto se encarga de hacerlo realidad. Así de fácil, sin necesidad de genios ni dioses milagrosos - explicaba el oferente.
Tanta felicidad por sólo cien pesos me pareció sospechoso. Pensé que si el aparato realmente cumplía con las fantásticas cualidades prometidas por el humilde comerciante, éste lo hubiera utilizado en sí mismo y no tendría necesidad de venderlo. En tono de broma y utilizando las palabras justas para no ofenderlo, decidí confesarle al mercader mis desconfiados pensamientos.
- Usted no entiende nada - me dijo - Yo no necesito máquinas milagrosas para ser feliz.
Sin darme oportunidad de responderle, el vendedor mostró una amplia sonrisa, frotó sus manos de manera desafiante y, prescindiendo del teclado, se evaporó mágicamente en forma de aura, junto con la máquina maravillosa y cada uno de los deseos que, a través de ella, yo hubiera logrado cumplir.
- Usted no entiende nada - me dijo - Yo no necesito máquinas milagrosas para ser feliz.
ResponderEliminarPues creo que yo sí (:
buen relato,
me gustó
un besito
jajajaja...eso te pasa por ser desconfiado!!! ...auqnue yo hubiera perdido también la oportunidad de adquirirla, jejej!!!!Pero, pensándolo bien, si nosesmeramos un poco todos podríamos ser felices sin necesidad de la dichosa maquinita...sólo es cuestiónde empezar a disfrutar!!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Mala idea forrear al Genio...!!!
ResponderEliminarMartín me hacés desparramar de risa, y encima leyendo cosas espectaculares.!!!!!
Si lo volvieras a encontrar, comprame una por favor...yo después te hago la transferencia bancaria.
BESOS DE LIVING.
Me pregunto si el genio no sera un alter-ego, en realidad.
ResponderEliminarY como en el Arte cada apreciacion es subjetiva, acabo de autodecretarme que Si.
:-)
Ohhhhh noooo!!! Volvé genio! Me arrepentí! :(
ResponderEliminarAdonde queda esa feria? Yo si quiero una de esas maquinitas! Tengo una lista de cosas para pedirle; ahora seguro que el precio ya subió. Aqui hasta los genios se avivan rápido.
Un abrazo al genio real que escribió la historia =)
Juliet, la maquinita tampoco es ninguna garantía! Que bueno que te gustó el relato. Un beso
ResponderEliminarNeogeminis, estoy totalmente de acuerdo con tu opinión. En definitiva la felicidad está en las pequeñas cosas. Un abrazo
Sil, desde ese día lo busco en todas las plazas... ya lo voy a encontrar y cumplo con tu encargo. Un beso
Carina, interesante tu visión de la historia y gracias por tus elogios. No será demasiado?
Any, el vendedor tenía solamente una máquina. Seguramente ya ha encontrado comprador y, quien te dice, sea lector del living. Gracias por tus elogios.
Si me permite, Sr, yo creo q hizo muy pero muy bien en desconfiar de una maquinta milagrosa de la felicidad...
ResponderEliminar... mejor abrir el alma, mejor mates al sol con amigos, mejor un te quiero, mejor compartir los sueños, mejor las cosas simples, mejor con actitud, mejor leer un texto que nos inspire cosas tan bonitas... por ahi empieza, por ahi puede andar ;)
Un beso, Martin
=)
Andreita, estoy totalmente de acuerdo con vos. Yo no tengo la maquina y aun asi soy feliz. Saludos
ResponderEliminarLo realmente maravilloso y fantastico es tu capacidad creativa, Muy buen relato te sigo leyendo... Tetor
ResponderEliminarHay máquinas de volar, máquinas de coser, máquinas de hacer pájaros. -Esta máquina de maquinar felicidad se te fue con los deseos a cuestas. Mañana, seguro amaneces más liviano, y si te esmeras hasta podrías flotar.
ResponderEliminarBien Martín ¡¡¡
Gran moraleja. Ni un buen puesto laboral (dinero), ni conquistar a una chica guapa (sexo) ni los bienes materiales, dal la felicidad. Curiosamente es lo que no se puede palpar lo que puede hacerte feliz.
ResponderEliminarUn saludo :)
Tetor, gracias por tu comentario y por seguir leyendo, estes donde estes. Un abrazo
ResponderEliminarManuel, creo que la Maquina de hacer pajaros (si te referis al grupo musical) tenía el poder de transmitir cierta felicidad. Gracias. Saludos
L. Totalmente de acuerdo con vos. La felicidad esta en las pequeñas cosas inmateriales de todos los días. Saludos
Hermoso texto nos entregas tan creativo en la felicidad, que buscamos todos..
ResponderEliminarmuy interesante.
saludos fraternos
un abrazo inmenso
Adolfo, gracias por tu comentario siempre tan elogioso. Un abrazo
ResponderEliminarBueno si nos ofrecen la máquina de la felicidad...,algo habrá..., aunque opino cómo la mayoría, no hace falta máquina,sólo mirar el dia que se nos regala cada amanecer.(Uy, que sensible me pongo).Saludos.
ResponderEliminarHYDRO, resumiendo mi opinión y compartiendo la tuya, creo que la máquina es innecesaria para alcanzar la felicidad, pero qué bien nos vendría! Saludos
ResponderEliminarhola amigo , yo creo que aunque sea mas dificil de encontrar , prefiero sin maquina , que ya se como va el tema jajajaa ,por cierto amigo tienes dos premios en mi blog , que no has recojido y yo no te los puedo traer , por favor no me los desprecies ..con cariño abrazos humanos de tu amiga .21 gramos de alma .
ResponderEliminar21 gramos, gracias por tanta generosidad. ya pasé por tu blog y los traje conmigo. Un abrazo
ResponderEliminarSeguro que algunos... incluso con la máquina de la felicidad no llegarían nunca a serlo.
ResponderEliminarLa felicidad está en nosotros y en las pequeñas cosas que nos rodean.
Me encantó.
Besos.
Clara, Totalmente de acuerdo contigo. Tu comentario resume todos los anteriores. Muchas gracias. Saludos
ResponderEliminarAhora sí.GOOOL.
ResponderEliminarGracias Carlos. Fiel lector resultaste. Un abrazo
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