- ¿Carlos? – exclamó Julio a través de la ventanilla abierta del automóvil.
- ¿Que hacés acá pibe? – repreguntó Carlos con sorpresa - Me quiero matar. Mirá cómo me venís a encontrar.
- Pero flaco, no puedo creerlo. ¿Cómo llegaste a estar así?
- Y... ¿que querés que te diga? ¿No oíste hablar de la crisis económica mundial? Me castigó muy duro, quebró la fabrica y me quedé sin trabajo, así que ahora tengo que rebuscármelas de alguna manera porque alguien tiene que llevar plata a casa para que los chicos puedan comer – se justificó Carlos avergonzado.
- Si, pero verte así me genera una extraña sensación – argumentó Julio sin poder creer el cambio que tenía ante sus ojos - Eras un tipo muy afortunado, siempre bien vestido, rodeado de hermosas mujeres y mirate ahora, con ese atuendo...
- ¡Pero no me quejo, eh! – interrumpió el flaco – te confieso que al principio es bastante duro pero vos viste cómo es la vida, uno se termina acostumbrando a todo.
- Parece que sí, pero jamás hubiera imaginado encontrarte acá.
- Te sorprendés de verme pero el que vino manejando su auto hasta este lugar fuiste vos.
- Si, pero no esperaba encontrarme con mi compañero de banco del secundario, el número cinco de mi equipo de fútbol, mi confidente, mi amigo del alma.
- ¿Qué hacemos entonces? – preguntó Carlos suponiendo la respuesta.
- Y... subí flaco, ya estamos jugados. ¿Conocés algún lugar adonde ir?
- Sí, hay uno a diez cuadras de acá – respondió Carlos mientras acomodaba su pollerita y los largos tacos en el espacio del acompañante. Reveló una contagiosa sonrisa bajo su extensa cabellera rubia y le indicó al conductor el camino más conveniente para abandonar por un rato la zona roja de la gran urbe, dejando atrás los mutuos recuerdos de amistad de la adolescencia.
- ¿Que hacés acá pibe? – repreguntó Carlos con sorpresa - Me quiero matar. Mirá cómo me venís a encontrar.
- Pero flaco, no puedo creerlo. ¿Cómo llegaste a estar así?
- Y... ¿que querés que te diga? ¿No oíste hablar de la crisis económica mundial? Me castigó muy duro, quebró la fabrica y me quedé sin trabajo, así que ahora tengo que rebuscármelas de alguna manera porque alguien tiene que llevar plata a casa para que los chicos puedan comer – se justificó Carlos avergonzado.
- Si, pero verte así me genera una extraña sensación – argumentó Julio sin poder creer el cambio que tenía ante sus ojos - Eras un tipo muy afortunado, siempre bien vestido, rodeado de hermosas mujeres y mirate ahora, con ese atuendo...
- ¡Pero no me quejo, eh! – interrumpió el flaco – te confieso que al principio es bastante duro pero vos viste cómo es la vida, uno se termina acostumbrando a todo.
- Parece que sí, pero jamás hubiera imaginado encontrarte acá.
- Te sorprendés de verme pero el que vino manejando su auto hasta este lugar fuiste vos.
- Si, pero no esperaba encontrarme con mi compañero de banco del secundario, el número cinco de mi equipo de fútbol, mi confidente, mi amigo del alma.
- ¿Qué hacemos entonces? – preguntó Carlos suponiendo la respuesta.
- Y... subí flaco, ya estamos jugados. ¿Conocés algún lugar adonde ir?
- Sí, hay uno a diez cuadras de acá – respondió Carlos mientras acomodaba su pollerita y los largos tacos en el espacio del acompañante. Reveló una contagiosa sonrisa bajo su extensa cabellera rubia y le indicó al conductor el camino más conveniente para abandonar por un rato la zona roja de la gran urbe, dejando atrás los mutuos recuerdos de amistad de la adolescencia.
Me seduce leer algo escrito por un argentino o natural de algún otro país cercano; los giros lingüisticos, las palabras,...
ResponderEliminarEn cuanto al fondo, la crisis, esa plaga que a todos nos afecta.
Gracias por tu visita.
Me gustó, che, al principio pensé... mmm, va a terminar en moraleja o algo asi... pero qué buen final! me gustó mucho!
ResponderEliminarMis saludos
Hola Tino: muy bueno tu relato, siempre sorprenden las cosas que pasan en este loco mundo, no?
ResponderEliminarGracias por tu comentario en mi blog. Saludos!
Gracias a todos por sus comentarios!
ResponderEliminarLo leí con gusto. Un saludo y gracias por tu visita.
ResponderEliminarM encantan los finales sorpresa!!Felicidades a ti tb!
ResponderEliminarSaludos de la chica.
Uf, menos mal. Me ha gustado. Bravo.
ResponderEliminarMe ha recordado a algo similar que le sucedió al director de cine Lee Tamahori, aunque él no tenía la excusa de la crisis, ni el policía que lo detuvo era su amigo del alma.
Una crisis puede ser una excusa fácil y recurrente para intentar justificar algunas decisiones, y otras veces, ni siquiera sirven para ello. Gracias Al por tu visita!
ResponderEliminarUno de los mejores cuentos. Y que nadie tire la primera piedra... que una travesti mas que un puto vestido de mujer, es un amigo... y eso hay que tenerlo en cuenta. Bien por la pareja de amigos que se animo y fue por mas.
ResponderEliminarEste no va en autobiograficos ?
Saludos.
Con autobiograficos me refiero a experiencias de mi vida y no a aquellas historias que haya vivido algún lector. Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia. Gracias Roko.
ResponderEliminarMuy bueno! Pensé que se trataba de un linyera.
ResponderEliminarQue bueno que te gustó! Gracias por recorrer estos relatos olvidados del living. Saludos
ResponderEliminarFreakis el par de amigos.Final sorpresa.
ResponderEliminarCarlos, la amistad ante todo. No te parece? jaja Un abrazo
ResponderEliminar