sábado, 27 de junio de 2009

Match point

Con las suelas pintadas de polvo de ladrillo, hago picar las pelotitas que simbolizan cada una de mis insatisfacciones. Arrojo al aire, individualmente, la sensación de fracaso por los proyectos abandonados, el agobio por el trabajo, los celos excesivos por la mujer amada, las traiciones injustificadas de mis amigos y el asqueo general por la mediocridad que me rodea. Con cada golpe enérgico de mi raqueta, intento expulsarlas de mi alma para siempre. Vuelan corto, resisten el desalojo. La red se encarga de impedir los resultados esperados de la terapia, y añade, a mi canasta llena de esferas, una nueva frustración.

jueves, 25 de junio de 2009

Cadena gourmet

Con la boca llena de plumas, el gato observa, desde el estómago, los dientes afilados del bulldog, que se baten en duelo mortal, con las garras poderosas de un cocinero chino.

lunes, 22 de junio de 2009

El gigante

El meteorólogo Erik Von Grüter asegura que los fenómenos de la naturaleza dependen del estado de ánimo de un gigante escondido. Cuando el grandote entristece, sus enormes lágrimas son capaces de causar diluvios y graves inundaciones. En cambio, si el superhombre baila de alegría, la Tierra se estremece en forma de temibles terremotos. Por suerte, la mayor parte del tiempo, lo pasa durmiendo.

viernes, 19 de junio de 2009

Un cuentito diferente

Había una vez dos princesas que no se parecían en nada a las clásicas doncellas de los cuentos. No tenían un hada madrina que concediera sus deseos, ni vivían en una casita del bosque, escondidas de un dragón. Tampoco tenían una madrastra maldita que le hiciera la vida imposible o un príncipe a caballo que las quisiera conquistar. No hablaban con los ratones, los pájaros ni las ardillas, ni eran conducidas en brillantes carruajes hasta un fastuoso palacio real. No pertenecieron a reinos de fantasía, ni fueron víctimas de un hechizo que las transformara o durmiera para siempre. Con su impactante hermosura y sus contagiosas sonrisas llenas de inocencia, tuvieron vidas sencillas, pero muy felices. Eso sí, son las únicas princesas de la historia de la literatura, a las que un rey cascarrabias, en retribución por la alegría que sintió cuando las vio nacer, les escribió un cuentito.

martes, 16 de junio de 2009

El reencuentro

Con sus pies descalzos sobre la playa, Tse Ma Ding observa el movimiento rutinario del mar. Cada ola trae una escena del recuerdo de la mujer que conoció en el último otoño. Sobre esa arena se besaron, en esas aguas se bañaron juntos, bajo ese sol se confesaron amor verdadero. Desde aquella mañana de abril en que la muchacha partió de viaje junto a su esposo, el joven baja a la costa todas las tardes, con la esperanza intacta. Mientras disfruta del aire de mar acariciando su rostro, ahoga sus penas en una tibia botella que, una vez vacía, será arrastrada por la marea, junto al cuerpo del joven dormido. Soñará que la doncella regresa a la costa, convertida en un delicado pez de hermosos colores, y que él mismo es un pez de fuertes aletas, que nada junto a su amada hasta las profundidades. Nunca despertará del sueño eterno, pero Tse Ma Ding sonríe feliz, bajo las frías aguas del océano.

domingo, 14 de junio de 2009

Titanes en el ring

“¡Ya llegó Karadagián, el gran Martín!” – gritaba parado en una de las esquinas de la cama que usábamos como improvisado ring.
En la otra punta del cuadrilátero, mi primo me esperaba vestido en pijamas, para trenzarnos en una lucha como las que, semanalmente, veíamos por televisión. Yo imitaba al gran campeón mundial de catch, y él a la temible momia blanca, el único rival que era capaz de vencerlo. Cada vez que me quedaba a dormir en la casa de mis tíos, aquella era nuestra rutina favorita al despertar: gritos amenazantes, golpes certeros, contorsiones y forcejeos, hasta que alguno de los dos quedará de espaldas contra el colchón, pidiendo clemencia. Cada mañana, recuerdo esos divertidos y peligrosos juegos de mi infancia, al observar con orgullo, frente al espejo, las imborrables marcas de aquellas batallas: dos pequeños puntos de sutura, dibujados en el lado izquierdo del mentón.

jueves, 11 de junio de 2009

El viudo eterno

¡Maldita sea la hora que vendí mi alma a cambio de esta triste inmortalidad! – se lamentaba el joven alquimista, abrazando el cadáver tibio de su decimonovena cónyuge.

martes, 9 de junio de 2009

Las bellezas del mar

Una tarde de otoño, el dios Poseidón organizó un concurso de belleza femenina, en el que competirían las sirenas y las hadas del mar. Para ello, ordenó construir un escenario especial en un buque en alta mar, sobre el que, cada grupo, debía demostrar sus cualidades.
Las tramposas mujeres con cola de pez intentaron seducir con su dulce voz al jurado de bravos marineros, que hubieran sido arrastrados hasta encallar, eternamente, en los sirenum scopuli, de no haber sido salvados por las minúsculas hadas que, volando sobre sus hombros, les taparon los oídos con sus alitas llenas de sal.
Sintiéndose derrotadas, las sirenas se arrojaron al mar, transformándose en piedras, buscando interrumpir el camino de regreso de los navegantes. Pero, una vez más, las hadas del mar los socorrieron, iluminando sus largas cabelleras en forma de brillantes candelas, para guiarlos a través de las aguas negras del crepúsculo, evitando el desastre.
Con el voto unánime de los marinos, Poseidón coronó vencedoras a las hermosas haditas que, desde entonces, protegen a los navegantes solitarios y controlan las aguas marinas, en los días de tormenta. Las malvadas sirenas, en cambio, nunca más volvieron a cantar.

domingo, 7 de junio de 2009

El zoológico

Observaba a su hombre con sus penetrantes ojos de gata, dejándose envolver por palabras dulces, que llenaban su estómago de pequeñas mariposas. Luego, con la confesión de las mutuas fantasías, su cabeza femenina se inundó de pícaros ratones.
En la cama, se sintió tan libre como un animal al que le acaban de abrir la jaula. Por unos instantes, sus extremidades se convirtieron en los largos tentáculos de un fornido calamar, que envolvían al hombre para devorarlo. Aulló como una loba, lo rasguño como una perrita juguetona, voló como un colibrí y terminó acurrucándose en el pecho de su compañero, como un indefenso polluelo. A la mañana siguiente, con la puntualidad de un gallo cantor, abandonó la cama revuelta, imitando el silencioso andar de una serpiente.
- Te amo – dijo el hombre, mientras la observaba vestirse con la agilidad de una gacela.
- ¡Shhh! – respondió ella, como una lechuza, y le arrojó, desde la puerta, un beso de delfín.

jueves, 4 de junio de 2009

Monstruosos

I
Por motivos obvios, el conde Drácula ordenó tapar todos los espejos del castillo. Desde entonces, el joven Frankestein deambula por la guarida de los monstruos con tranquilidad.

II
“Debo aceptar que soy diferente”, piensa el Hombre Lobo, mientras aúlla, mirando el Sol, al mediodía.

III
- Entonces, ¿qué cara prefiere? – preguntó el cirujano plástico.
- La de Brad Pitt – respondió Frankestein.

IV
Ocasionalmente, la Momia se quita el arcaico vendaje y practica el nudismo. Es así como surgió el hombre invisible.

martes, 2 de junio de 2009

Una vida de película

Apenas transcurridos cinco minutos, Arturo se sintió identificado con el protagonista de la película, no sólo porque era físicamente muy parecido, sino porque todas las cosas que le sucedían al actor, le habían ocurrido antes a él. Luego, descubrió que la historia que mostraba la pantalla era un plagio de su vida, contada resumidamente, a razón de un año por minuto.
La mitad del film lo mostró en su etapa actual, con los sinsabores de haber vivido y la ansiedad por saber lo que vendrá. A partir de allí, pudo verse en el futuro, a través de las escenas representadas en el celuloide por aquel sujeto análogo, que envejecía igual que él.
Después del dramático final, el cerrado aplauso de los espectadores premió la exquisitez de aquella obra cinematográfica de apenas sesenta y cinco minutos. Mientras tanto, en un rincón oscuro de la sala, un acomodador intentaba consolar al desanimado Arturo que, junto con la incertidumbre acerca de su vida pendiente y de su muerte, acababa de perder la vergüenza de llorar en público.

lunes, 1 de junio de 2009

Las visitadoras

Descubrí que las muñecas de mi hermana cobran vida en la madrugada. Abandonan, delicadamente, la casita en miniatura de la habitación contigua y entran en la mía, semidesnudas, para colarse en el cajón de mis muñecos articulados. Hago silencio para no molestarlos y, con los ojos cerrados, escucho el sonido del plástico retorciéndose, galopante contra la caja de madera. Media hora más tarde, se retiran sonrientes y despeinadas, con su flexible cuerpo agotado y la misión cumplida.
El episodio se repite, indefectiblemente, noche tras noche, aunque hoy, promete ser diferente. Asomado a la puerta de mi cuarto, el alegre rostro plástico de la muñeca gigante que le obsequié a mi hermana por su cumpleaños, observa el grueso candado que coloqué en el cajón de los juguetes y me guiña un ojo. Todos duermen, excepto nosotros.